La Cédula Personal de Identidad, creada en el gobierno de Trujillo, era un documento obligatorio a todo varón mayor de 18 años. El documento, al que debía adherirse cada año un sello de impuestos cuyo valor dependía del patrimonio del portador, servía además como control de votaciones y junto al del Servicio Militar Obligatorio y al del Partido Dominicano o “palmita” formaban los infames “tres golpes” que debían entregarse a los guardias de Trujillo, en las calles a cualquier hora, o en los puestos de control en todas las carreteras del país donde debían detenerse todos los conductores.
Estos documentos personales de control totalitario, eran verificados por la policía militar del Ejército, los denominados “prebostales” que marchaban en pares, con un casco de guerra y armados de una larga macana y pistola. Sobre su uniforme kakis claro portaban una cinta negra en el brazo con la insignia “P.M.” que recordaba los S.S. de los nazis. Como James Bond, todos los guardias de Trujillo tenían licencia para matar, aunque también para intimidar, asustar y reprimir a cualquier opositor al dictador o para quién no pudiera mostrar sus “tres golpes” al día.
El valor de un ciudadano en ese régimen oprobioso se puede calcular, recordando la interpretación que daban a un sueño donde aparecía un burro, un perro, o un civil, y que decían para fines de la lotería, que en cada caso saldría el número cuatro. Ahora un terrible sueño sería que una pareja de guardias, nos grite con autoridad en medio de la noche:
MACHO, DÉME LOS TRES GOLPES
Antes que fuera inventado
el veloz computador
ya tenía el Benefactor
a todo el mundo fichado.
Como parte de un ganado
la marca había que enseñar
y los “tres golpes” mostrar
a la Guardia del tolete
la entidad a quien compete
dar golpes y hacer trancar.
La guardia del dictador
en pares siempre marchaba
y de paso provocaba
miedo lúgubre y pavor.
Impusieron el terror
empujando a la nación
a una infame sumisión
patética e inhumana
donde un guardia y su macana
eran la constitución.
Ver tanta sangre correr
por fin nos vino a enseñar
que la libertad cuidar
de un buen soldado es deber
al igual que proteger
civiles instituciones
sepultando evocaciones
de aquel régimen de hierro
donde un civil era un perro
y un guardia daba empujones.
Rafael Martínez Céspedes 19 de mayo de 2008
Estos documentos personales de control totalitario, eran verificados por la policía militar del Ejército, los denominados “prebostales” que marchaban en pares, con un casco de guerra y armados de una larga macana y pistola. Sobre su uniforme kakis claro portaban una cinta negra en el brazo con la insignia “P.M.” que recordaba los S.S. de los nazis. Como James Bond, todos los guardias de Trujillo tenían licencia para matar, aunque también para intimidar, asustar y reprimir a cualquier opositor al dictador o para quién no pudiera mostrar sus “tres golpes” al día.
El valor de un ciudadano en ese régimen oprobioso se puede calcular, recordando la interpretación que daban a un sueño donde aparecía un burro, un perro, o un civil, y que decían para fines de la lotería, que en cada caso saldría el número cuatro. Ahora un terrible sueño sería que una pareja de guardias, nos grite con autoridad en medio de la noche:
MACHO, DÉME LOS TRES GOLPES
Antes que fuera inventado
el veloz computador
ya tenía el Benefactor
a todo el mundo fichado.
Como parte de un ganado
la marca había que enseñar
y los “tres golpes” mostrar
a la Guardia del tolete
la entidad a quien compete
dar golpes y hacer trancar.
La guardia del dictador
en pares siempre marchaba
y de paso provocaba
miedo lúgubre y pavor.
Impusieron el terror
empujando a la nación
a una infame sumisión
patética e inhumana
donde un guardia y su macana
eran la constitución.
Ver tanta sangre correr
por fin nos vino a enseñar
que la libertad cuidar
de un buen soldado es deber
al igual que proteger
civiles instituciones
sepultando evocaciones
de aquel régimen de hierro
donde un civil era un perro
y un guardia daba empujones.
Rafael Martínez Céspedes 19 de mayo de 2008
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