martes, 13 de mayo de 2008

TRUJILLO 13: "CON LA FUSTA EN EL TRASERO



Trujillo tenía una especial afición por los caballos. En lomo de ellos recorrió el país de cabo a rabo, durante la intervención americana persiguiendo “gavilleros”, después inspeccionando su país-finca o en su hacienda particular recreándose. Por eso, no es raro que en 1942 contestara a la Comisión de Ciudadanos que le pidió aceptara la candidatura para el período 1942-1947, finalizado el mandato del “Presidente” Troncoso, con la pegajosa frase: “Seguiré a caballo”.

En realidad Trujillo, era un actor consumado y un maestro en el manejo de sus circunstancias. Sabía al iniciarse entre los europeos el conflicto armado en 1939, convertido en la cruenta Segunda Guerra Mundial, que los americanos intervendrían eventualmente, como en efecto lo hicieron a finales de 1941 cuando los japoneses bombardearon Pearl Harbor. Conociéndolos como si los hubiese parido, sabía que iban a necesitar muchos aliados y por lo tanto no interferirían si él empuñaba “de nuevo” las riendas del Gobierno Dominicano, por lo menos durante la guerra.

El “Seguiré a Caballo” convertido en merengue, en slogan de campaña y en grandes letreros promoviendo su candidatura, fue modificado por un astuto joyero de la Calle El Conde de Santo Domingo, en un letrero que decía: “Seguiré a caballo, dijiste Jefe, y nosotros te seguiremos a pie”, tarea por lo demás imposible, puesto que para el dictador, el potro que cabalgaba era el país entero, y fue siempre de opinión que este pueblo solo caminaba bien

CON LA FUSTA EN EL TRASERO

A don Pipí y a Peynado
dejó el recio militar
el encargo de cuidar
de su finca y su ganado.
Solo un potro bautizado
con el nombre de Poder
no debían de pretender
pues si alguien lo cabalgaba
él su cabeza cortaba
y su vida hacía perder.

Desde un barco en las Azores
antes de llegar a tierra
vio Trujillo era esa guerra
propicia a los dictadores.
Nuevos forzados clamores
aceptó de la nación
diciendo con emoción
“ a caballo seguiré”
aunque el pueblo siga a pie
su natural condición”.

Quería un astuto joyero
que al caballo y al caudillo
a pie y sin lazarillo
lo siguiera el pueblo entero.
Con la fusta en el trasero
sólo se progresaría
era la filosofía
de aquel rudo dictador
que suspicacia y pavor
sembró con su tiranía

Rafael Martínez Céspedes 13 de mayo de 2008

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