lunes, 5 de mayo de 2008

TRUJILLO 10. "LEY, BATUTA Y CONSTITUCIÓN"


Una de las características más extrañas del estilo personal de Trujillo, fue la aberrante y casi patológica tendencia de dar apariencia de legalidad a la fuente de su ilícito poder y legitimar en la letra, nunca en el espíritu, la estructura de su Gobierno y las acciones emanadas del mismo.

Para empezar, según la Constitución vigente– ese “pedazo de papel” como habría de llamarlo uno de sus futuros sucesores –el Gobierno Dominicano estaba dividido en los clásicos poderes independientes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial y “que sólo el pueblo era soberano” pues elegía a casi todos los titulares de esos poderes con su voto directo, producto de elecciones libres. Sin embargo, las condiciones en que se celebraron las primeras elecciones y poco después la participación del Partido Dominicano como único contendor, negaban de entrada la esencia de la Carta Magna, pues las elecciones – más bien las simulaciones – producían siempre el mismo resultado: o ganaba Trujillo o su títere designado.

Los legisladores electos, debían antes de tomar posesión firmarle una carta de renuncia y los jueces, electos o designados por este Congreso controlado completamente por el dictador, corrían la misma suerte. Las leyes eran redactadas en el Palacio Nacional por lo que los congresistas sólo se limitaban a aprobarlas. En cuanto al Poder Judicial, pobre del juez que dictara una sentencia que afectara los intereses del caudillo, pues Trujillo siempre quiso ser

LEY, BATUTA Y CONSTITUCIÓN.

Tenía muy fácil labor
el Congreso trujillista
que aprobaba a simple vista
las leyes del dictador.
Diputado o Senador
su pellejo protegía
pues este muy bien sabía
si lealtad no mostraba
o Trujillo lo mataba
o su renuncia exigía.

Un juez era independiente
tratando pleitos sencillos
pero casos de Trujillo
no juzgaba imparcialmente
pues se vería de repente
siendo él mismo juzgado
y seguro sentenciado
por el implacable Jeque
a no ver jamás un cheque
o a Neyba ser deportado.

Ambiente surrealista
el que nos tocó vivir
que no podría describir
ni el más sabio tratadista
pues es difícil que exista
en el mundo una nación
forzada a tal sumisión
por un aspirante a rey
que fue además de la ley
batuta y constitución.
Rafael Martínez Céspedes
5 de mayo de 2008

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