Miedo. Pavor. Angustia. Terror. Todas son categorías de intensidad de esa “perturbación del ánimo que produce la sensación causada por un riesgo o daño real o imaginario”, el miedo, que en todas sus categorías y con sus mil caras, estuvo siempre presente desde el inicio de la Era de Trujillo.
La misma mano que orquestó el Golpe de Febrero y que conquistó por mediación de sus matones paramilitares el Poder en el 1930, inició la creación de la Patria Nueva. Sólo que muy alto fue ese “precio por la gloria” como diría un cineasta de Hollywood. Y verdaderamente una película de terror, aunque sin horario previsto, fue vivir en la Era de Trujillo, quien desde sus inicios dejó establecido bien claro quién mandaba y el precio que debía pagar quién no estuviese dispuesto aceptar su omnímoda autoridad: muerte, detención, tortura, exilio. Si alguien tiene algo más que lo agregue a la lista.
“El Monarca sin Corona”, como titula el Prof. Gutiérrez Feliz su libro, se queda incompleto pues en realidad si había una corona en ese reino: aquella de espinas que hizo el tirano ceñir a todo un pueblo durante más de tres décadas. Aquí no hay lección de moral, pues ese gran dolor no puede ser descrito con palabras, aunque podríamos agregar que Trujillo bien pudo publicar un libro sobre
COMO SE IMPONE EL TERROR
Con la misma dura mano
con que el Poder alcanzó
de igual modo comenzó
su Gobierno aquel tirano
que ya desde muy temprano
su más cruel rostro mostraba
pues con su guardia azotaba
rebozando autoridad
y mostrando que en verdad
era el Jefe quien mandaba.
Si ejemplo es pedagogía
el miedo es un gran aliado
e instrumento del Estado
de enseñar sabiduría.
De Trujillo se decía
siendo un fiero dictador
que su único temor
y amenaza a su Poder
es que se fuese a perder
el respeto a su terror.
Trujillo como un monarca
sobre el miedo gobernó
y casi un reino creó
donde imperaba la parca.
Todos llevaban su marca
y si en fatal ligereza
hablabas mal de su Alteza
como en tiempos de Nerón
si veías con atención
te faltaba la cabeza.
Rafael Martínez Céspedes – 30 de abril de 2008
La misma mano que orquestó el Golpe de Febrero y que conquistó por mediación de sus matones paramilitares el Poder en el 1930, inició la creación de la Patria Nueva. Sólo que muy alto fue ese “precio por la gloria” como diría un cineasta de Hollywood. Y verdaderamente una película de terror, aunque sin horario previsto, fue vivir en la Era de Trujillo, quien desde sus inicios dejó establecido bien claro quién mandaba y el precio que debía pagar quién no estuviese dispuesto aceptar su omnímoda autoridad: muerte, detención, tortura, exilio. Si alguien tiene algo más que lo agregue a la lista.
“El Monarca sin Corona”, como titula el Prof. Gutiérrez Feliz su libro, se queda incompleto pues en realidad si había una corona en ese reino: aquella de espinas que hizo el tirano ceñir a todo un pueblo durante más de tres décadas. Aquí no hay lección de moral, pues ese gran dolor no puede ser descrito con palabras, aunque podríamos agregar que Trujillo bien pudo publicar un libro sobre
COMO SE IMPONE EL TERROR
Con la misma dura mano
con que el Poder alcanzó
de igual modo comenzó
su Gobierno aquel tirano
que ya desde muy temprano
su más cruel rostro mostraba
pues con su guardia azotaba
rebozando autoridad
y mostrando que en verdad
era el Jefe quien mandaba.
Si ejemplo es pedagogía
el miedo es un gran aliado
e instrumento del Estado
de enseñar sabiduría.
De Trujillo se decía
siendo un fiero dictador
que su único temor
y amenaza a su Poder
es que se fuese a perder
el respeto a su terror.
Trujillo como un monarca
sobre el miedo gobernó
y casi un reino creó
donde imperaba la parca.
Todos llevaban su marca
y si en fatal ligereza
hablabas mal de su Alteza
como en tiempos de Nerón
si veías con atención
te faltaba la cabeza.
Rafael Martínez Céspedes – 30 de abril de 2008
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