martes, 9 de octubre de 2012

NUESTRAS UVAS DE LA IRA




Todos conocemos lo que está pasando en Europa y en particular en la España cercana a nuestros lazos y afectos. Un gobierno que se ha lanzado al rescate- gracias al auxilio de los demás países de la Unión Europea y cuyo objetivo principal es salvar su moneda única que es el Euro. La política económica en Europa está dirigida a que todos los países “se aprieten el cinturón” que estuvo tan distendido en los tiempos de vacas gordas.

Los españoles han visto así recortados en gran medida los beneficios sociales y las medidas del nuevo gobierno de Mariano Rajoy – diseñadas para lograr su propósito al mediano y largo plazo, han aumentado el número de desempleados en 500,000 lo que eleva el número total a cerca de 5 millones. Las protestas, por supuesto, se multiplican como la verdolaga y tememos – conociendo el fragor de la indómita raza ibérica que la pelota pueda romperse por la costura.

Medidas similares a las tomadas en España, está reclamando la sociedad dominicana al nuevo gobierno de Danilo Medina, cuando ha descubierto, al destapar la olla de los grillos que heredó del gobierno de Leonel Fernández, que la economía no estaba tan blindada como anunciara este último y que el déficit fiscal para el próximo año alcanzará la suma de RD$187,000 millones o sea US$4,500 millones de dólares. Para dar una mejor idea de la encrucijada en que nos encontramos, me permito reproducir una entrada que publicamos en Febrero de 2009 sobre la crisis en los EUA. Ojalá que la misma nos ayude en este momento de graves reflexiones.

“Un prestigioso economista dirigió una carta abierta al Presidente de los Estados Unidos, advirtiéndole que para resolver la aguda crisis económica del momento y poner de nuevo el mundo a caminar, vista la imposibilidad de recuperar a corto plazo la confianza de los agentes económicos del sistema, “la autoridad pública usando dinero prestado o impreso” debía embarcarse en un programa masivo de inversiones. La crisis era la Gran Depresión de los años treinta, el Presidente era Franklyn Delano Roosevelt y el economista que dirigió la carta en 1933, fue John Maynard Keynes, una de las mentes más brillantes que jamás haya visitado este planeta.

Todavía debaten los “profetas del pasado” sobre las causas que originaron la Gran Depresión, ya que cada quien la pinta con el color de sus prejuicios. Lo que está claro, sin embargo, es que un factor subyacente a ese cataclismo- y a todas las crisis que nos han afectado y seguirán afectando- es nuestra incorregible tendencia a descubrir algo bueno y después usarlo y abusarlo hasta los más aberrantes extremos. Descubrimos que las leyes del mercado son un buen instrumento para regular las actividades económicas, pero nos emborrachamos con ellas y olvidamos que la intervención del Estado es importante para regular las naturales desigualdades entre los seres humanos. Olvidamos el precepto aristotélico de que la verdad está siempre ubicada en el medio de los extremos, el “in medio stat veritas” del contundente proverbio latino
.

Por lo demás, olvidamos el rostro humano de la crisis. Olvidamos que la Gran Depresión dio origen a los movimientos fascistas de Europa que desembocaron en el holocausto que fue la Segunda Guerra Mundial y del sufrimiento que pintó magistralmente John Steinbeck en sus “Grapes of Wrath”, o el de los millones en todo el mundo que hoy han visto sus sueños deshechos y sienten en sus cuerpos ya las calamidades. Todo porque muchos insensatos en la cúspide del mando olvidan que la moderación


NUNCA SE USA EN CANTIDADES

Uno aprende a tierna edad
capitalismo es ganancia
que más petróleo y confianza
dicen da prosperidad
aunque la gran libertad
que le hemos dado al mercado
da el infeliz resultado
que hoy ven los americanos:
todo el oro en pocas manos
y el mundo desempleado.

Debe la gente sufrir
hambre, frío y escasez
para aprender de una vez
que debemos compartir
si no veremos surgir
guerras y revoluciones
las sociales reacciones
de un mundo que está frustrado
porque sabe que un puñado
malgastó sus ilusiones.

Difuntos economistas
ya han comenzado a traer
y no es lógico prever
que fácil salida exista
porque perdemos de vista
dos eternas novedades
que están siempre las verdades
en el medio de la acción
y que la moderación
nunca se usa en cantidades.

Rafael Martínez Céspedes
12 de febrero de 2009