Todo el mundo sabe, al menos intuitivamente, la definición de contraste. En el lenguaje formal, la versión más socorrida habla de una “oposición o diferencia notable que existe entre personas o cosas cuando ambas son comparadas”. Por supuesto, es más fácil explicarlo mostrando a alguien por ejemplo, un automóvil Maseratti de un cuarto de millón de dólares detenido frente a un semáforo cualquiera y a su lado un niño pidiéndole a su rico conductor una triste moneda para desayunar. También la de un desamparado durmiendo sobre mojados cartones, en la acera frente a un moderno templo cristiano de cúpula dorada.
Otro contraste muy dominicano – dicen que este es el país de los contrastes – se puede ver por ejemplo en cualquier periódico local, cuando se comparan las pobres condiciones de personas que llegan a los hospitales públicos -a lo mejor en la cama de una destartalada camioneta - teniendo luego que dormir en los sucios pasillos y la crónica que trae informaciones sobre los últimos aumentos en los sueldos millonarios, pensiones, viáticos y otros beneficios marginales de nuestros honorables diputados, senadores y regidores. Aunque viejo, aqui no pasa de moda el viejo tango de Oscar Agudelo “La Cama Vacía, que podríamos recomponer y cantar
DESDE UN TÉTRICO HOSPITAL
Desde un tétrico pasillo
de aquel público hospital
carta muy sentimental
envió un enfermo a Trujillo.
Jefe, ya nada es sencillo
de su orden no hay un pelo
y mucho menos consuelo
encuentro entre tantos males
sin camas en los hospitales
los enfermos van al suelo.
Si yo fuera Diputado
esta carta no escribiera
pues se sabe que tuviera
mi futuro asegurado.
Olvidando su pasado
no piensan en Los Mameyes
e inventando nuevas leyes
se dan sueldos millonarios
beneficios y honorarios
pues ellos son más que reyes.
Jefe duermo escasamente
mientras sepa que la muerte
resulta aquí mejor suerte
que ser enfermo indigente
Y temo sinceramente
que un Gobierno sin cordura
gastando tanto en diabluras
causará un final sencillo:
cuando barran los pasillos
iremos a la basura.
Rafael Martínez Céspedes.
Santo Domingo, R. D. 24 de enero de 2008.
de aquel público hospital
carta muy sentimental
envió un enfermo a Trujillo.
Jefe, ya nada es sencillo
de su orden no hay un pelo
y mucho menos consuelo
encuentro entre tantos males
sin camas en los hospitales
los enfermos van al suelo.
Si yo fuera Diputado
esta carta no escribiera
pues se sabe que tuviera
mi futuro asegurado.
Olvidando su pasado
no piensan en Los Mameyes
e inventando nuevas leyes
se dan sueldos millonarios
beneficios y honorarios
pues ellos son más que reyes.
Jefe duermo escasamente
mientras sepa que la muerte
resulta aquí mejor suerte
que ser enfermo indigente
Y temo sinceramente
que un Gobierno sin cordura
gastando tanto en diabluras
causará un final sencillo:
cuando barran los pasillos
iremos a la basura.
Rafael Martínez Céspedes.
Santo Domingo, R. D. 24 de enero de 2008.
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