martes, 8 de enero de 2008

¡AY QUE VAHO A PAPELETA!


Trujillo, con ese desarrolladísimo instinto del Poder, conocía profundamente el valor que el dinero tiene en el mantenimiento de ese poder que él usó como un verdadero sátrapa oriental. Suyos eran todos los instrumentos de producción del país que él manejaba como una finca particular. Por eso su enojo al grupo de personas que fueron a quejarse por los olores fétidos que producía su Fábrica Dominicana de Cemento. A su muerte, desapareció todo el vasto complejo industrial que había creado. Todavía quedan algunos activos vivos y se sorprende ahora uno de que no lo estén vendiendo, si no ¡comprando!. Ahí va una opinión.


¡AY QUE VAHO A PAPELETA!

En un pésimo momento
a Trujillo, un Senador
protestó por el olor
de su industria de cemento.
Tu vida es nada, presiento
con el Jefe no te metas
ese olor a nadie afecta
evita ganarte un tiro
pues cuando el aire respiro
¡Ay que vaho a papeleta!

El Gobierno en estos días
anunció con emoción
la rápida adquisición
de la Gran Refinería
una vieja factoría
que alguien la tiene por meta
porque aunque sea obsoleta
y además contaminante
su costo es alucinante:
¡Ay que vaho a papeleta!

No sé lo que habrá detrás
de esa extraña decisión
y por qué sin ton ni son
por gasolina o por gas
han dado la marcha atrás
a las privatizaciones.
Es que son tantos millones
que aunque al Jefe yo no admiro
cuando esos aires respiro
¡Ay que vaho a comisiones!


Rafael Martínez Céspedes
Noviembre de 2007

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