Al concluir su cuarto mandato, Trujillo delegó en su hermano Héctor la Presidencia para el período 1952-1957, y se dedicó a extender su campo de acción por todo el Caribe. Dentro de su mimetismo permanente con los americanos, fue una forma inteligente de ubicarse en el contexto de la recién iniciada Guerra Fría, el peligroso e irresponsable conflicto indirecto entre los EUA y el emergente imperio soviético que amenazó más de una vez al mundo con un holocausto nuclear.
El Departamento de Estado dirigido (1952 a 1959) por John Foster Dulles, enfrentó radicalmente el comunismo en todo el mundo, como fue el caso de Indochina e Irán. En su área cercana de influencia, los americanos apoyaron todos los gobiernos dictatoriales (Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela, Batista en Cuba, Somoza en Nicaragua, etc ) y derrocaron gobiernos de izquierda como el de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954. Fue cooperando en esta última tarea, donde Trujillo se convirtió en una pieza clave del ajedrez político norteamericano para la Región.
Envalentonado por el éxito, su mente megalómana lo hizo creerse una especie de César caribeño y procedió con inmunidad diplomática a intentar todo tipo de atropellos y magnicidios: el asesinato del Presidente Castillo Armas en Guatemala o el atentado contra Rómulo Betancourt en Venezuela son apenas dos casos que lo convirtieron en una amenaza real para el Caribe. Los americanos, como el científico loco de la novela de Shelley, habían creado un demonio que estaba regresando para perseguirlos. Había que buscar la forma de provocar su destrucción, pues Trujillo se convirtió en
UN FRANKENSTEIN CARIBEÑO
La llamada Guerra Fría
dos potencias enfrentó
donde cada cual trató
de imponer su hegemonía.
La lucha al mundo ponía
en un peligro mortal
pues su atómico arsenal
si un botón uno apretaba
al planeta lo llevaba
al holocausto final.
Decían del capitalismo
que el hombre al hombre explotaba
aunque lo mismo pasaba
con el triste comunismo.
Fracasa un imperialismo
que mostrando mezquindad
le niega a la humanidad
en la paz coexistir
ni le permite vivir
sin hambre y con libertad
Un gorila fue encargado
de unas partidas cobrar
y a fuerza pudo lograr
el trabajo encomendado.
Al simio envalentonado
domarlo no fue sencillo
caso igual al de Trujillo
gran demonio a quien temer
y nadie pudo extraer
la plata de su bolsillo.
El Departamento de Estado dirigido (1952 a 1959) por John Foster Dulles, enfrentó radicalmente el comunismo en todo el mundo, como fue el caso de Indochina e Irán. En su área cercana de influencia, los americanos apoyaron todos los gobiernos dictatoriales (Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez en Venezuela, Batista en Cuba, Somoza en Nicaragua, etc ) y derrocaron gobiernos de izquierda como el de Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954. Fue cooperando en esta última tarea, donde Trujillo se convirtió en una pieza clave del ajedrez político norteamericano para la Región.
Envalentonado por el éxito, su mente megalómana lo hizo creerse una especie de César caribeño y procedió con inmunidad diplomática a intentar todo tipo de atropellos y magnicidios: el asesinato del Presidente Castillo Armas en Guatemala o el atentado contra Rómulo Betancourt en Venezuela son apenas dos casos que lo convirtieron en una amenaza real para el Caribe. Los americanos, como el científico loco de la novela de Shelley, habían creado un demonio que estaba regresando para perseguirlos. Había que buscar la forma de provocar su destrucción, pues Trujillo se convirtió en
UN FRANKENSTEIN CARIBEÑO
La llamada Guerra Fría
dos potencias enfrentó
donde cada cual trató
de imponer su hegemonía.
La lucha al mundo ponía
en un peligro mortal
pues su atómico arsenal
si un botón uno apretaba
al planeta lo llevaba
al holocausto final.
Decían del capitalismo
que el hombre al hombre explotaba
aunque lo mismo pasaba
con el triste comunismo.
Fracasa un imperialismo
que mostrando mezquindad
le niega a la humanidad
en la paz coexistir
ni le permite vivir
sin hambre y con libertad
Un gorila fue encargado
de unas partidas cobrar
y a fuerza pudo lograr
el trabajo encomendado.
Al simio envalentonado
domarlo no fue sencillo
caso igual al de Trujillo
gran demonio a quien temer
y nadie pudo extraer
la plata de su bolsillo.
Rafael Martínez Céspedes
2 de junio de 2008
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