Casi medio siglo ha transcurrido después de la desaparición del dictador y quienes no conocieron los detalles del espantoso período tienden a formular las mismas preguntas: ¿Cómo permitieron quienes podían detenerlo el surgimiento de tal régimen? ¿Cómo pudo todo un pueblo soportar tres décadas un yugo de tal naturaleza? Si Trujillo fue el responsable de crear el Estado dominicano moderno ¿valió la pena la sangre derramada?
Las dos primeras preguntas las formula también Joaquín Balaguer en una de sus obras: “¿Por qué tanto yo como los hombres del Golpe de Febrero de 1930… nos inclinamos ante la iniquidad y concluimos por congraciarnos con ella? Y las responde así: “Todos nos dejamos arrastrar por la fatalidad del hecho consumado y nos inclinamos satisfechos e indiferentes al paso del hombre que ya se perfilaba como un mandamás de agallas no comunes”. Si la respuesta de Balaguer incluye toda su generación, no hace falta ningún comentario adicional. Y si todo el emporio económico creado por el dictador, fue consumido en pocos años por la corrupción de sus voraces sucesores; si la invasión pacífica de los haitianos no puede detenerse y la pobreza sigue siendo el mayor reto de este pueblo, un rotundo NO debía ser la respuesta a la tercera. Por eso,
NO OLVIDEMOS LAS LECCIONES
Ahora dicen que fue en vano
tanta sangre y tanto llanto
en esa Era de espanto
que nos legara el tirano.
El viejo problema haitiano
si no peor está igual
y el emporio colosal
con que pagó a la nación
lo acabó la corrupción
y la rapiña estatal.
nos confesó un cortesano
el pueblo dominicano
al dictador concedía.
En aquella granja había
mil gallinas para un gallo
hasta que un certero rayo
disparado por valientes
fulminó allí de repente
a Trujillo un mes de Mayo.
de memoria hay que aprender
si queremos proteger
futuras generaciones.
Sólo las instituciones
sostienen la libertad
combaten la iniquidad
y nos defienden de un necio
que nos exija el precio
de vivir sin dignidad.
16 de junio de 2008
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