Las acciones de Trujillo en sus últimos años apuntan a que el dictador estaba rayando en la locura, la cual se acentuó con el viaje a España en el 1954. En Madrid se paseó Trujillo con Franco en limosina descubierta, sin ruborizarse por su pesado uniforme lleno de medallas y su ridículo bicornio emplumado. Al compás de alegres pasodobles y aplaudido por la muchedumbre franquista, esos homenajes y aquel ambiente de pomposidad real, inflaron su ego hasta llenar cada espacio del viejo continente. ¡Europa descubría su genio!
Trujillo quedó “picado” por la tournée europea y su llegada a casa fue marcada por una serie de mítines y manifestaciones por todo el país, e igual que en España sobre Cadillac descapotado, luciendo su eterno bicornio emplumado. En estos desfiles, a los cuales todo el mundo tenía que asistir so pena de ser denunciado, el tirano y su séquito acomodados en una especie de arco triunfal, contemplaban desde lo alto la interminable cabalgata de una humanidad sudorosa portando letreros y pancartas que designaban su procedencia.
Si este ambiente surrealista no probaba la locura de Trujillo, lo hicieron sus acciones posteriores: La ejecución sumaria de los asaltantes de un banco; el escándalo formado cuando en una celebración privada no mencionaron su nombre; la inversión de la mitad del presupuesto nacional para celebrar los 25 años de su gobierno; el secuestro de un profesor extranjero en pleno corazón de Nueva York; los magnicidios perpetrados en países vecinos; su íntima asociación con un psicópata para crear el aparato represivo más sanguinario que registra la historia del Caribe y la muerte de tres hermosas e inteligentes jóvenes que no se doblegaron a sus caprichos, son claras pruebas de su demencia criminal. Trujillo sencillamente
DEL CRIMEN HIZO UNA CIENCIA
En Madrid y el Vaticano
dieron bienvenida real
al dictador tropical
que se creía soberano.
El ego del gran tirano
se infló descomunalmente
pero él creyó de repente
dentro de su egolatría
que su genio descubría
ahora el Viejo Continente.
Alimentó al regresar
su ego voluminoso
y aquel pueblo sudoroso
lo acostumbró a desfilar.
Ridículo era observar
aquel hombre trastornado
regiamente uniformado
con mil medallas brillantes
y en su cabeza arrogante
puesto el bicornio emplumado.
Confirmando su locura
contrató un verdugo nato
y creó un gran aparato
de opresión y de tortura.
La siniestra dictadura
de Trujillo en su demencia
cuando dictaba sentencia
traía muerte y dolor
pues aquel cruel dictador
de nadie tuvo clemencia.
Rafael Martínez Céspedes
Trujillo quedó “picado” por la tournée europea y su llegada a casa fue marcada por una serie de mítines y manifestaciones por todo el país, e igual que en España sobre Cadillac descapotado, luciendo su eterno bicornio emplumado. En estos desfiles, a los cuales todo el mundo tenía que asistir so pena de ser denunciado, el tirano y su séquito acomodados en una especie de arco triunfal, contemplaban desde lo alto la interminable cabalgata de una humanidad sudorosa portando letreros y pancartas que designaban su procedencia.
Si este ambiente surrealista no probaba la locura de Trujillo, lo hicieron sus acciones posteriores: La ejecución sumaria de los asaltantes de un banco; el escándalo formado cuando en una celebración privada no mencionaron su nombre; la inversión de la mitad del presupuesto nacional para celebrar los 25 años de su gobierno; el secuestro de un profesor extranjero en pleno corazón de Nueva York; los magnicidios perpetrados en países vecinos; su íntima asociación con un psicópata para crear el aparato represivo más sanguinario que registra la historia del Caribe y la muerte de tres hermosas e inteligentes jóvenes que no se doblegaron a sus caprichos, son claras pruebas de su demencia criminal. Trujillo sencillamente
DEL CRIMEN HIZO UNA CIENCIA
En Madrid y el Vaticano
dieron bienvenida real
al dictador tropical
que se creía soberano.
El ego del gran tirano
se infló descomunalmente
pero él creyó de repente
dentro de su egolatría
que su genio descubría
ahora el Viejo Continente.
Alimentó al regresar
su ego voluminoso
y aquel pueblo sudoroso
lo acostumbró a desfilar.
Ridículo era observar
aquel hombre trastornado
regiamente uniformado
con mil medallas brillantes
y en su cabeza arrogante
puesto el bicornio emplumado.
Confirmando su locura
contrató un verdugo nato
y creó un gran aparato
de opresión y de tortura.
La siniestra dictadura
de Trujillo en su demencia
cuando dictaba sentencia
traía muerte y dolor
pues aquel cruel dictador
de nadie tuvo clemencia.
Rafael Martínez Céspedes
6 de junio de 2008
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