sábado, 14 de junio de 2008

TRUJILLO 30: "UN DOLOR HAY QUE SENTIRLO"


“Mi gobierno está más fuerte que nunca” proclamó Trujillo en el 1960, “y tiene sólo dos problemas: la iglesia católica y las hermanas Mirabal”, refiriéndose a las tres valerosas mujeres, parte del Movimiento 14 de junio o “catorcistas”, cuyo único crimen visible era defender su dignidad individual. Por supuesto, Trujillo tenía, aparte de la creciente oposición interna, también otros graves problemas: la definición del comunismo de Fidel Castro que empujó a los americanos a buscar una solución al expediente Trujillo y la obsesión del dictador y su diabólico socio Johnny Abbes de realizar acciones temerarias como atentar contra la vida del presidente Betancourt de Venezuela, lo que trajo el bloqueo y las sanciones económicas de la OEA.

A lo interno, el dúo diabólico emprendió una agresiva campaña contra todo lo que oliera a Iglesia o a “catorcista” . A los primeros los insultaba, asediaba, amenazaba y profanaba sus templos. A los segundos los encarcelaba, los torturaba y, si no cambiaban de opinión, los mataba, como fue el alevoso crimen cometido en Noviembre del 60 contra las indefensas hermanas Mirabal que sacudió la fibra más sensible de la nación.

Docenas de jóvenes – incluyendo funcionarios trujillistas – buscaron protección y amparo en embajadas extranjeras. Quienes quedaron, sin embargo, no podían superar esa sensación de impotencia, inseguridad vital y asco frente a esa espiral sangrienta e interminable, ni existían palabras para explicar tanto horror y desvergüenza. Es que ni el mismo Dante hubiese podido describir con palabras el infierno trujillista. Tienen razón pues los que dicen que es imposible describir un dolor, pues está claro y probado que

UN DOLOR HAY QUE SENTIRLO

La noche es más oscura
justo antes de amanecer
y así mismo fue al caer
Trujillo y su dictadura.
Igual perseguían un cura
que mataban catorcistas
y hasta los más trujillistas
por docenas se asilaban
o asesinar atentaban
algún vecino estadista.


A vivir sin dignidad
y habitar con el demonio
nos forzó ese matrimonio
de la fuerza y la maldad.
Más la gran iniquidad
que aceleró su final
fue aquella muerte brutal
de esas tres fragantes rosas
las altivas mariposas
que fueron las Mirabal.

Describir el gran horror
que se sentía en esa Era
no podría aunque quisiera
Dante el insigne autor.
Trujillo fue un gran dolor
que taladró cuerpo y mente
y lo entiende solamente
quien lo tuvo que sufrir
dolor que ha de definir
sólo quien el mismo siente.

Rafael Martínez Céspedes
14 de junio de 2008



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