Hay de todo en el Internet. Ahora acabo de recibir alrededor de 30 tomas de una fabulosa villa en uno los “resorts” de la gente bella de este país, que creía al principio se trataba de una promoción inmobiliaria. En realidad, según el texto que lo acompaña, corresponde a la villa de un candidato a la Presidencia y ex funcionario gubernamental, valorada en tantos millones de pesos que preferí calcular su valor en dólares norteamericanos para entender mejor la cifra. Según la propaganda correspondiente dicho señor no tiene forma de explicar el origen de su fortuna.
Lo interesante es que la respuesta del partido afectado no es desmentir la información primaria, si no es sacar sus propios trapos al sol y traer a la luz pública los datos sobre una villa que un actual funcionario tiene y que tampoco tiene los medios para justificarla. De lo que se trata en esencia, en el supuesto de que hubiesen pruebas que incriminen a estos funcionarios, no es demostrar que lo hecho por el primero sea malo, si no demostrar que el segundo también lo hace y por lo tanto es aceptable la conducta de ambos. En nuestra aritmética primitiva, dos menos sumados dan un más. No es una campaña sucia, si no negativa. Cuestión de polaridad, mi querido Watson. Que se cuiden entonces porque:
QUIEN NO VA A LA SILLA, SEGURO PIERDE SU VILLA
Cuando uno iba a Villa
se decía en nuestra infancia
no se iba a una estancia
si no que perdía su silla.
Era la vida sencilla
de Trujillo y su macana
sólo había una Villa Juana
por el puente, Villa Duarte
y no se veían por parte
villas como en La Romana.
Quien no tenga tal mansión
hoy es cadáver social
aunque tenga que matar
o cometer corrupción.
Será mayor su extensión
que la villa del vecino
aunque el fastuoso destino
de esas fabulosas sumas
sean las delatoras plumas
de algún pollo clandestino.
Ahora el tema de campaña
involucra un funcionario
que con un sueldo precario
tiene villa en la montaña.
“Esa calumnia no empaña
mi fama de hombre honrado”
yo muy duro me he fajado
dijo el político diestro
con mi sueldo de maestro
ese palacio he comprado.
Rafael Martínez Céspedes
9 de febrero de 2008.
Lo interesante es que la respuesta del partido afectado no es desmentir la información primaria, si no es sacar sus propios trapos al sol y traer a la luz pública los datos sobre una villa que un actual funcionario tiene y que tampoco tiene los medios para justificarla. De lo que se trata en esencia, en el supuesto de que hubiesen pruebas que incriminen a estos funcionarios, no es demostrar que lo hecho por el primero sea malo, si no demostrar que el segundo también lo hace y por lo tanto es aceptable la conducta de ambos. En nuestra aritmética primitiva, dos menos sumados dan un más. No es una campaña sucia, si no negativa. Cuestión de polaridad, mi querido Watson. Que se cuiden entonces porque:
QUIEN NO VA A LA SILLA, SEGURO PIERDE SU VILLA
Cuando uno iba a Villa
se decía en nuestra infancia
no se iba a una estancia
si no que perdía su silla.
Era la vida sencilla
de Trujillo y su macana
sólo había una Villa Juana
por el puente, Villa Duarte
y no se veían por parte
villas como en La Romana.
Quien no tenga tal mansión
hoy es cadáver social
aunque tenga que matar
o cometer corrupción.
Será mayor su extensión
que la villa del vecino
aunque el fastuoso destino
de esas fabulosas sumas
sean las delatoras plumas
de algún pollo clandestino.
Ahora el tema de campaña
involucra un funcionario
que con un sueldo precario
tiene villa en la montaña.
“Esa calumnia no empaña
mi fama de hombre honrado”
yo muy duro me he fajado
dijo el político diestro
con mi sueldo de maestro
ese palacio he comprado.
Rafael Martínez Céspedes
9 de febrero de 2008.
2 comentarios:
Bueno, Bueno. ¿Hacia adonde es que vamos?
Ingeniero excelente usted siempre con tan ingenio, Dios lo bendiga, que bueno esta eso.........
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