Con su proverbial optimismo y tesón, Monseñor Agripino Nuñez, desde el puesto de vigía que Dios parece haberle asignado, está dando su voz de alerta sobre el deprimente espectáculo a que se ha llevado el debate electoral dominicano en la presente campaña. La voz experimentada de Monseñor Nuñez suele escucharse cuando están surgiendo en nuestro horizonte político negros nubarrones, presagios de fuertes tormentas sociales. Concluye pesimista el académico, filósofo y eclesiástico de Santiago que quizás algún día nuestros líderes políticos se decidan a presentar programas o proyectos de nación (en vez, agrego yo, de insultarse el uno con otro). Con su enorme sentido práctico, resultado de su experiencia en manejar tantas crisis importantes en este país, agrega además que no hay ambiente para la celebración de una cumbre.
Estamos totalmente de acuerdo con esto último y me parece que nunca existirá tal ambiente mientras, sobre el político que intentan desplazar y sus seguidores, pesen las amenazas de persecución y cárcel que normalmente pesan sobre los que están a punto de abandonar la silla. Por otro lado, mientras los que detenten el Poder no actúen de forma honesta y transparente, seguirán las amenazas de persecución, un funesto circulo vicioso muy difícil de cortar. “Así no”, dirán los afectados y se embarcarán, como lo han hecho tantos otros en el pasado, a utilizar los recursos del Estado, para reelegirse quizás de modo indefinido. Mientras tanto, le dirán a nuestro augusto prelado:
NO HAY PROGRAMAS, MONSEÑOR
Se sabe generalmente
que el oficio más odiado
ingrato y desprestigiado
es aquel de Ex Presidente.
El mandatario saliente
será ahora perseguido
y vilmente escarnecido
por el nuevo gobernante
que juzga más importante
verlo en la cárcel metido.
Es firme su convicción
que del otro es interés
pegarle un buen puntapié
por actos de corrupción.
Por eso la reelección
piensa que es lo más certero
porque para ser primero
cualquier recurso se agota
él prefiere ser la bota
y que el otro sea el trasero.
Monseñor, sus oraciones
vamos a necesitar
programas ni mencionar
el debate es a trompones.
Hoy por hoy las elecciones
son de un populacho inculto
especialista en tumultos
y enrevesados entuertos
donde el pueblo pone muertos,
los políticos, insultos
Rafael Martínez Céspedes
Santo Domingo, República Dominicana
6 de febrero de 2008
Estamos totalmente de acuerdo con esto último y me parece que nunca existirá tal ambiente mientras, sobre el político que intentan desplazar y sus seguidores, pesen las amenazas de persecución y cárcel que normalmente pesan sobre los que están a punto de abandonar la silla. Por otro lado, mientras los que detenten el Poder no actúen de forma honesta y transparente, seguirán las amenazas de persecución, un funesto circulo vicioso muy difícil de cortar. “Así no”, dirán los afectados y se embarcarán, como lo han hecho tantos otros en el pasado, a utilizar los recursos del Estado, para reelegirse quizás de modo indefinido. Mientras tanto, le dirán a nuestro augusto prelado:
NO HAY PROGRAMAS, MONSEÑOR
Se sabe generalmente
que el oficio más odiado
ingrato y desprestigiado
es aquel de Ex Presidente.
El mandatario saliente
será ahora perseguido
y vilmente escarnecido
por el nuevo gobernante
que juzga más importante
verlo en la cárcel metido.
Es firme su convicción
que del otro es interés
pegarle un buen puntapié
por actos de corrupción.
Por eso la reelección
piensa que es lo más certero
porque para ser primero
cualquier recurso se agota
él prefiere ser la bota
y que el otro sea el trasero.
Monseñor, sus oraciones
vamos a necesitar
programas ni mencionar
el debate es a trompones.
Hoy por hoy las elecciones
son de un populacho inculto
especialista en tumultos
y enrevesados entuertos
donde el pueblo pone muertos,
los políticos, insultos
Rafael Martínez Céspedes
Santo Domingo, República Dominicana
6 de febrero de 2008
1 comentario:
Gracias de todos modos, Monseñor por su intervención. Estamos seguros de que aparte de su entrenamiento filosófico en instituciones católicas, también habrá hecho - por su forma de manejar nuestros políticos - entrenamiento práctico en el Tiergarten de Berlin.
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