A
finales del 2010, me detuve a pensar como sería el 2011 Me imaginé un año impar
y anodino con nada especial salvo su temible combinación de par de unos. Me
equivoqué, el año fue más travieso de lo que esperaba. Desde su inicio, la
Naturaleza tuvo un papel estelar en las andanzas de ese joven año. Un violento sismo en el norte del Japón
provocó un tsunami de proporciones dantescas que acabó con la vida de miles de
personas, destruyó ciudades enteras y afectó seriamente las instalaciones de
plantas nucleares causando un desastre ambiental similar en proporción al de
Chernobyl en Rusia. Insólitos huracanes
tropicales azotaron los Estados Unidos, inundaciones diluvianas afectaron el
Sud Este Asiático y grandes sequías provocaron hambrunas que aniquilaron
millones de seres humanos. A propósito, este mismo año, la Humanidad celebró el
nacimiento del habitante número siete mil millón del planeta.
El
2011, el año que marcó el décimo aniversario del cruento ataque de las Torres
Gemelas, fue testigo de la muerte en Pakistán del elusivo Osama Bin Laden.
Mientras tanto, el suicidio de un joven
tunecino en la expoliada región del Magreb, prendió la mecha de una revolución
que se ha expandido como la verdolaga, que ha derrocado los gobiernos de Túnez, Egipto
y Libia y mantiene en ascuas el resto de toda una región con vocación a elegir
gobiernos fundamentalistas islámicos.
El mundo desarrollado suspiró con alivio
frente a la posible solución de la recesión cuasi mundial creada por los
insaciables banqueros de Wall Street. Parecía
que los sistemas financieros occidentales veían al fin una luz al final de un
largo túnel. En su lugar, resultó la luz de un enorme tren que venía en
dirección contraria en la forma de la quiebra de países importantes de la Unión
Europea como fue el caso de Grecia y el deterioro del crédito de países como
Italia y España, crisis que hizo tambalear el poderoso euro. Como preludio a la crisis millares de
europeos de todas las edades y clases sociales- los llamados “indignados”-
llenaban las plazas de las ciudades europeas cuestionando el capitalismo y
acusando a los dueños del dinero: “los bancos, los medios y el poder político”
de haber hipotecado su futuro.
Por
supuesto que cada año, es el chivo expiatorio que la humanidad utiliza para
justificar sus errores. Mientras no examinemos objetivamente nuestros modelos
políticos, económicos y nuestra conducta como animal social y realicemos los
cambios necesarios, cada año traerá más de lo mismo y posiblemente mucho más.
¿AÑO IMPAR AUNQUE ANODINO?
Muy difícil de olvidar
será este presente año
este dos mil once extraño
que al mundo puso a pensar
Un desastre nuclear
luto, muerte y destrucción
le trajo el año al Japón
a Europa dejó quebrada
y en Malgreb, tierra expoliada
prendió una revolución.
Volvió locos los mercados
al Euro hizo tambalear
y vio las plazas llenar
de millares de indignados
Le tocó ver sepultados
a grandes del terrorismo
cuestionó el capitalismo
a los medios, al banquero
que son dueños del dinero
y de incurable egoísmo.
.
No será muy diferente
seguro el próximo año
y si llega actuando extraño
culpa siempre es de la gente
Si no se cuida el ambiente
habrá más inundaciones
más sequias, más ciclones
y una hambruna colosal
resultado natural
de ser siete mil millones.
Rafael Martínez Céspedes
- 23 de diciembre de 2011