No
deben sorprender a nadie las palabras del señor Carlos Báez Brugal, cuando
hablando a nombre de los familiares de los ajusticiadores del dictador Rafael
Trujillo, con motivo de celebrarse los cincuenta y tres (53) años de la muerte
del tirano, indicó que "Se necesita la destrujillización de esta sociedad.
Eliminar los 'Trujillos' que muchos llevamos dentro, y erradicar de una vez por
todas esos egos exacerbados. Si no se cambian todas estas cosas, lloveremos
siempre sobre mojado".
Igual que el señor Báez Brugal y tantos otros, estoy
completamente convencido de que para entender de forma cabal el carácter de los
dominicanos y la naturaleza de sus problemas actuales, se hace necesario
estudiar la Era de Trujillo, el largo y tortuoso período transcurrido entre el
1930 y 1961 en que gobernó con mano férrea a la República Dominicana el
dictador Rafael Trujillo.
Es que la célebre frase atribuida al poderoso monarca
francés Luis XIV “L’Etat c’est moi” (El Estado Soy Yo) podía mejor aplicarse al
dictador dominicano que en sus 31 años de gobierno era no sólo el Estado, si no
el Producto Interno Bruto, las Fuerzas Armadas, el Banco Central y todos los
ministerios, pues él y sólo él era la ley, la batuta y la constitución.
El espíritu de ese hombre y de esa época viene
actuando, pienso yo también, como una
especie de ADN contentivo de
instrucciones genéticas que se viene transmitiendo de generación a
generación al organismo social dominicano y que es el responsable de que cada
ciudadano, al desaparecer Trujillo, actúe como si cada uno fuera también el
Estado: “Mis derechos valen, los tuyos no.”
Piénsese si no, en la forma en que actuamos
conduciendo un vehículo en las calles y carreteras, como nos comportamos sea
como delincuentes o como autoridades, como vemos la corrupción y la impunidad –
seamos gobernantes o gobernados- y así una larga lista de acciones y reacciones
que nos llevan de nuevo a Trujillo.
En razón de que pese haber transcurrido ya más de
medio siglo después del ajusticiamiento del tirano el tema sigue tan vigente
como el primer día, aproveché para
extraer lo que había escrito sobre la
Era de Trujillo en el Blog Décimas Dominicanas, y lo he publicado bajo el
título “La Huella de Trujillo” en Amazon Kindle y que son 31 pinceladas que
sintetizan mis informaciones y
experiencias de esa época, con la esperanza de que sean una herramienta más que
ayude al lector a determinar si al fin de cuentas existe algún tipo de
correlación que conecte el espíritu de Trujillo con nuestro comportamiento como
sociedad en el presente. Favor ver enlace:
http://www.amazon.com/HUELLA-TRUJILLO-Spanish-Rafael-Mart%C3%ADnez-C%C3%A9spedes-ebook/dp/B00KPUY50G/ref=sr_1_1?s=digital-text&ie=UTF8&qid=1401793412&sr=1-1&keywords=la+huella+de+trujillo
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Reproduzco de todos modos para mis lectores, la última
pincelada del breve trabajo y que título:
"NO OLVIDEMOS
LAS LECCIONES
“La Era de Trujillo se inició en el 1930 sobre el
charco de sangre que dejaron los esposos Martínez Reyna y terminó con otro que
dejó el propio tirano, el 30 de mayo de 1961, al caer ajusticiado por un puñado
de valientes. La sangre tiñó pues el comienzo, el final y todas las etapas que
conformaron la famosa Era.
Más de medio
siglo ha transcurrido después de la desaparición del dictador y quienes no
conocieron los detalles del espantoso período tienden a formular las mismas
preguntas: ¿Cómo permitieron quienes podían detenerlo el surgimiento de tal
régimen? ¿Cómo pudo todo un pueblo soportar tres décadas un yugo de tal
naturaleza? Si Trujillo fue el responsable de crear el Estado Dominicano
moderno ¿valió la pena la sangre derramada?
Las dos primeras preguntas las formula también Joaquín
Balaguer en una de sus obras: “¿Por qué tanto yo como los hombres del Golpe de
Febrero de 1930… nos inclinamos ante la iniquidad y concluimos por
congraciarnos con ella? Y las responde así: “Todos nos dejamos arrastrar por la
fatalidad del hecho consumado y nos inclinamos satisfechos e indiferentes al
paso del hombre que ya se perfilaba como un mandamás de agallas no comunes”. Si
la respuesta de Balaguer incluye toda su generación, no hace falta ningún
comentario adicional. Pero, si todo el emporio económico creado por el dictador fue
consumido en pocos años por la corrupción de sus voraces sucesores; si la
invasión pacífica de los haitianos no puede detenerse y la pobreza sigue siendo
el mayor reto de este pueblo, un rotundo NO, debía ser la respuesta a la
tercera. Por eso,
NO OLVIDEMOS
LAS LECCIONES
Ahora dicen
que fue en vano
tanta sangre
y tanto llanto
en esa Era
de espanto
que nos
legara el tirano.
El viejo
problema haitiano
si no peor
está igual
y el emporio
colosal
con que pagó
a la nación
lo acabó la
corrupción
y la rapiña
estatal.
Monopolio de
la hombría
nos confesó
un cortesano
el pueblo
dominicano
al dictador
concedía.
En aquella
granja había
mil gallinas
para un gallo
hasta que un
certero rayo
disparado
por valientes
fulminó allí
de repente
a Trujillo
un mes de Mayo.
Estas
horribles lecciones
de memoria
hay que aprender
si queremos
proteger
futuras
generaciones.
Sólo las
instituciones
sostienen la
libertad
combaten la
iniquidad
y nos
defienden de un necio
que nos
exija el precio
de vivir sin
dignidad.
Rafael
Martínez Céspedes
30 de mayo
de 2014
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