Es loable, por supuesto, el gran esfuerzo de
movilización llevado a cabo por la Coalición por una Educación Digna y demás
organizaciones de la sociedad civil en la República Dominicana, y el gran éxito
obtenido por estas, para crear conciencia sobre la necesidad de que el Gobierno
cumpliera con la ley que asigna a la educación pública pre universitaria en el
Presupuesto Nacional el 4% del PIB. Naturalmente, todos sabemos que el sistema
educativo nacional debe proveer la formación de ciudadanos no sólo con la
educación formal que proveen los sistemas tradicionales, si no con los valores que requiere el
ejercicio responsable de ser ciudadano en un sistema democrático.
Otro tema en el debate público son las protestas que
tienen lugar en todo el país para que el nuevo Gobierno persiga la corrupción en
todos los niveles y lleve a los tribunales a los funcionarios que se
enriquecieron en el gobierno anterior y que la impunidad no siga reinando como
ahora, en todo el ámbito nacional. Estrechamente unido a la corrupción y a la
impunidad, es el auge impresionante que ha tenido la delincuencia en todo el
territorio y la clara correlación que
existe entre los dos primeros factores y la delincuencia. Por eso me llamó
sumamente la atención la pancarta que exhibía uno de los manifestantes que
decía más o menos: “Cuando el rico roba al pobre se llama negocio, pero si es
el pobre quien roba al rico se llama delincuencia.”
Esto es una severa amonestación a quienes tienen la
rienda del gobierno: ¿Con que autoridad moral se pide tener mano dura con los
delincuentes, si estos ven que siguen impunes funcionarios que exhiben con
descaro su mal habida riqueza? Más aún a los que propugnan por una educación
digna, ¿no es la lección más importante que recibimos todos, todos los días, las
acciones del Gobierno y de sus funcionarios? Creo que por esto debe llevar la
Coalición de marras sus esfuerzos para que investigue como es posible que un
grupo de representantes del pueblo, elegidos democráticamente, pida nada más y
nada menos al Jefe de la Policía – encargado máximo de hacer cumplir las leyes
que aquellos han redactado – que fusile sin contemplación a los delincuentes,
pero que lo hagan “sin que lo vean los medios de comunicación.” ¡Bonita lección de Cívica y Mora!!
Para terminar hago remembranza de mis años en
Santiago, de un distinguido académico de Puerto Rico, el Dr. Ismael Rodríguez Bou, asesor del Centro
Universitario donde laboraba, que nos advertía que “nuestros conflictos se
originaban en el hecho de que nosotros los dominicanos todavía (corrían los
finales de la década del 60) llevábamos dentro un poco de Trujillo”. Aunque al principio resentía la comparación,
posteriormente le di la razón, pero nunca pensé que su efecto duraría tantos
años. Por eso me despido diciendo:
TIENE USTED RAZÓN DON ISMAEL
Sugirió aquel diputado
al Jefe de Policía
que un delincuente debía
sin piedad ser fusilado
aunque sin ser observado
en su clandestina acción
por algún medio fisgón
y además siempre curioso
porque iría de chismoso
a contarlo a la nación.
La libertad es largo trillo
que con sangre hemos regado
y olvidó ese diputado
que sigue muerto Trujillo
más un principio sencillo
que debemos recordar
que es preciso respetar
el derecho de la gente
y del peor delincuente
aún su vida preservar.
La función educación
se ejerce desde el Poder
pues el pueblo va a aprender
del Gobierno en cada acción
Si el pueblo ve corrupción
o falta de transparencia
y en la cima no hay decencia
y en la cima no hay decencia
o reina la impunidad
no habrá paz ni libertad
no habrá paz ni libertad
y habrá siempre delincuencia.
Rafael Martínez Céspedes
10 de diciembre de 2012