Me imagino
que todos sabemos que es proverbial la afición de los franceses a la buena
mesa. En efecto, cualquier ciudadano de Francia que se respete está al tanto de
la trayectoria profesional de los chefs de cocina de importantes restaurantes y
la calificación que hacen de estos los editores de la Guía Michelin, “la más
antigua y famosa de las guías europeas de hoteles y restaurantes.”
En función
de la “calidad, creatividad y esmero de sus platos” la Guía Michelin asigna a
los restaurantes inspeccionados por sus anónimos supervisores de una a tres
estrellas de la buena mesa. Sobre decir que aquellos establecimientos
galardonados por la famosa guía, gozan de un merecido éxito y de un sitial
distinguido entre los templos del buen y distinguido comer.
Viene este
introito a colación, pues según un reportaje reciente de la intrépida
periodista de investigación Nuria Piera, los casi doscientos honorables
miembros del Congreso Nacional de la República Dominicana mantienen entre otras
cosas a un costo de RD$23.8 millones de pesos anuales por congresista
(US$600,000!!) – del bolsillo de nuestros humildes contribuyentes – un restaurante
que sirve hasta tres raciones diarias a nuestros legisladores. No sólo incluye
el menú los mas diversos platillos que harían temblar de envidia al Maxim de
Paris – camarones, langostas, carnes de los más variados tipos – sino también
los más exquisitos vinos de las más rancias y añejas cepas del mundo. Como se
ve ha sido fácil nuestra transculturización y que a lo bueno, sobre todo si es
gratis, todos se acostumbran.
No sé si
será buena la digestión de los distinguidos honorables, para comer sin
indigestarse tan variados y costosos platos en un país condenado perpetuamente
a la miseria y donde una gran parte de los ciudadanos que ellos representan
comen muy mal o van a la cama sin probar bocado. De seguro que no recibirán un
Premio Nobel por sus acciones indelicadas, aunque si le sugerimos que hablen
con algún representante a ver si la Guía Michelin le hace una inspección y
califican para un par de estrellas. Por
nuestro lado le decimos a todos los que participan en esta ignominia
¡!BON
APPETIT HONORABLES!!
Antes para
disfrutar
de buena
gastronomía
la mejor y
única vía
era París
visitar.
Pero tan
lejos viajar
es costoso y
complicado
si uno no es
un diputado
honorable
funcionario
que con
fondos del Erario
vive como
potentado.
Dice Nuria
que el Congreso
es un fino
restaurante
cuya ley más
importante
es traer de
Francia el queso
Miden allí el progreso
no por sus
leyes y acciones
es por el vino y raciones
que le da el
contribuyente
mientras que
su pobre gente
muere de
hambre por montones
Los famosos
honorables
dicen que
promulgan leyes
mientras
viven como reyes
en un país
miserable.
Este estado
lamentable
no puede
tener buen fin
ya que
olvida el grupo ruin
que la gente
es lo importante
no gozar de un restaurante
de la Guía
Michelín.
Rafael
Martínez Céspedes
15 de
septiembre de 2012
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