Aunque con lo que viene delate lo mucho que he vivido, hoy que escribo sobre la difícil situación económica que
atraviesa España, debo confesar que he sido testigo de los
cambios experimentados por esa que llamamos nuestra Madre Patria, desde los austeros
días del franquismo hasta los años
prósperos de la transición y la democracia, llegando a los críticos días
actuales como miembro destacado de la Zona Euro y la Unión Europea.
Ese primer y
nostálgico primer viaje a la España de Franco ocurrió a finales de la década
del 60, donde pude agasajar a mis invitados madrileños en los mejores
restaurantes de la ciudad, todo contando con la dieta de US$50.00 dólares de la
entidad que pagaba como profesor mi viaje, después de pagar un hotel de
lujo en la Gran Vía de US$10.00 diarios.
Mis amigos me decían que yo provenía de la Cortina del Dólar, contraponiéndola
la de Hierro en tiempos de la Unión Soviética. Posteriormente me tocó viajar
repetidas veces durante más de tres décadas y fui viendo el cambio, el enorme
cambio en todos los órdenes experimentado por la sociedad española en su dinámica
transición. El amor hacia España se acrecentó con estos viajes, donde el
ingrediente principal lo fue la simpatía y cortesía de los españoles hacia los
visitantes y el siempre poderoso atractivo de la personalidad diferente y única
de España, sus toros, su gastronomía, su historia imperial ingredientes todos que
hicieron de España, un imán para
millones de turistas de todo el mundo.
Pero se hicieron
ricos y, más que todo, se hicieron europeos. Llenaron todas las playas del
Caribe y África y las tiendas más sofisticadas de New York y del resto de
Europa se vieron repletas de españoles y el poderoso euro. Para el trabajo
sucio, como lo proclama el gran Joaquín Sabina trajeron los inmigrantes moros y
sudamericanos o sudacas (despectivo para los últimos). Quien se quiera divertir
y conocer la “vida loca” de la prosperidad española que escuche “La Casa por la
Ventana” por Joaquín Sabina entrando a:
De repente, como
ocurren todos estos fenómenos incomprensibles de bolsas, mercados financieros y
burbujas inmobiliarias, empezaron las autoridades ibéricas a ofrecer
bonificaciones a los inmigrantes para que abandonasen voluntariamente España y
los inversores extranjeros a exigir intereses astronómicos por los bonos
soberanos españoles o a calificarlos como “productos tóxicos”. El resto de la
historia se puede conocer sintonizando cualquier canal de noticias
internacional donde se hablan de agujeros incalculables en las entidades bancarias,
recortes en los presupuestos, eliminación de programas de bienestar social,
aumento de los impuestos y un largo y tortuoso etcétera de sacrificios para
toda la población.
Conociendo el
indómito espíritu español, sé que superarán la actual crisis. Aprender la gran
lección es otra cosa. De todos modos, espero algún día volver a viajar a España
a disfrutar de nuevo ese extraordinario país. De paso les perdono el haberse
olvidado en mi último viaje del Madrid donde los restaurantes estaban abiertos
hasta que Dios quisiera, en el que el cocinero principal era español, no
dominicano, y a los turistas caribeños
pobres como nosotros no nos tildaban de hambrientos “sudacas” por protestar que un
café costara 10 euros. Y otra vez ya gritaré
QUE VIVA ESPAÑA QUERIDA
España debió sufrir
una guerra
fratricida
que la dejó mal
herida
casi a medio
destruir
pero logró resurgir
como un Fénix
triunfador
uniendo esfuerzo y
sudor
a un vivir sano y
sencillo
y que el rigor del
Caudillo
llevó a un destino
mejor.
Pero el oro es un
farsante
y a España vino a
enseñar
que el tan sucio
trabajar
debe hacerlo un
inmigrante
Un nuevo rico, arrogante
olvida las vacas
flacas
que al no meter
donde sacas
hipotecas el futuro
y si no aparece un duro
no aparecen los
sudacas.
Pero España es
diferente
nadie lo puede
negar
y se apresta a torear
como lo hace esta
gente
Y aunque en ese Continente
como es tanto el
desempleo
todo luce igual de feo
con España no hay confines
pues siestas y sanfermines
no tienen los
europeos.
Rafael Martínez
Céspedes
16 de julio de 2012
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