lunes, 16 de julio de 2012

!!VIVA LA ESPAÑA QUERIDA!!



Aunque con  lo que viene delate lo mucho que he vivido, hoy que escribo sobre la difícil situación económica que atraviesa España, debo confesar que he sido testigo  de los cambios experimentados por esa que llamamos nuestra Madre Patria, desde los austeros días  del franquismo hasta los años prósperos de la transición y la democracia, llegando a los críticos días actuales como miembro destacado de la Zona Euro y la Unión Europea.

Ese primer y nostálgico primer viaje a la España de Franco ocurrió a finales de la década del 60, donde pude agasajar a mis invitados madrileños en los mejores restaurantes de la ciudad, todo contando con la dieta de US$50.00 dólares de la entidad que pagaba como profesor mi viaje, después de pagar un hotel de lujo  en la Gran Vía de US$10.00 diarios. Mis amigos me decían que yo provenía de la Cortina del Dólar, contraponiéndola la de Hierro en tiempos de la Unión Soviética. Posteriormente me tocó viajar repetidas veces durante más de tres décadas y fui viendo el cambio, el enorme cambio en todos los órdenes experimentado por la sociedad española en su dinámica transición. El amor hacia España se acrecentó con estos viajes, donde el ingrediente principal lo fue la simpatía y cortesía de los españoles hacia los visitantes y el siempre poderoso atractivo de la personalidad diferente y única de España, sus toros, su gastronomía, su historia imperial ingredientes todos que hicieron de España, un imán para  millones de turistas de todo el mundo.

Pero se hicieron ricos y, más que todo, se hicieron europeos. Llenaron todas las playas del Caribe y África y las tiendas más sofisticadas de New York y del resto de Europa se vieron repletas de españoles y el poderoso euro. Para el trabajo sucio, como lo proclama el gran Joaquín Sabina trajeron los inmigrantes moros y sudamericanos o sudacas (despectivo para los últimos). Quien se quiera divertir y conocer la “vida loca” de la prosperidad española que escuche “La Casa por la Ventana”  por Joaquín Sabina entrando a:


De repente, como ocurren todos estos fenómenos incomprensibles de bolsas, mercados financieros y burbujas inmobiliarias, empezaron las autoridades ibéricas a ofrecer bonificaciones a los inmigrantes para que abandonasen voluntariamente España y los inversores extranjeros a exigir intereses astronómicos por los bonos soberanos españoles o a calificarlos como “productos tóxicos”. El resto de la historia se puede conocer sintonizando cualquier canal de noticias internacional donde se hablan de agujeros incalculables en las entidades bancarias, recortes en los presupuestos, eliminación de programas de bienestar social, aumento de los impuestos y un largo y tortuoso etcétera de sacrificios para toda la población.

Conociendo el indómito espíritu español, sé que superarán la actual crisis. Aprender la gran lección es otra cosa. De todos modos, espero algún día volver a viajar a España a disfrutar de nuevo ese extraordinario país. De paso les perdono el haberse olvidado en mi último viaje del Madrid donde los restaurantes estaban abiertos hasta que Dios quisiera, en el que el cocinero principal era español, no dominicano,  y a los turistas caribeños pobres como nosotros no nos tildaban de hambrientos “sudacas” por protestar que un café costara 10 euros. Y otra vez ya gritaré

QUE VIVA ESPAÑA QUERIDA

España debió sufrir
una guerra fratricida
que la dejó mal herida
casi a medio destruir
pero logró resurgir
como un Fénix triunfador
uniendo esfuerzo y sudor
a un vivir sano y sencillo
y que el rigor del Caudillo
llevó a un destino mejor.

Pero el oro es un farsante
y a España vino a enseñar
que el tan sucio trabajar
debe hacerlo un inmigrante
Un nuevo rico, arrogante
olvida las vacas flacas
que al no meter donde sacas
hipotecas el futuro
y  si no aparece un duro
no aparecen  los sudacas.

Pero España es diferente
nadie lo puede negar
y se apresta a torear
como lo hace esta gente
Y aunque en ese  Continente
como es tanto el desempleo
todo  luce igual de feo
con  España no hay confines
pues siestas y sanfermines
no tienen los europeos.

Rafael Martínez Céspedes
16 de julio de 2012

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