Dicen que la violencia genera violencia. Realmente,
sobre todo cuando esta se mezcla con gran injusticia y esa maldad de la cual
somos únicamente capaces como especie los seres humanos, no solamente genera violencia, sino también
gran tristeza, dolor en el alma y pesar. Pregunten a cualquier sobreviviente de
aquel holocausto judío perpetrado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial
y sentirán en su voz esa tristeza infinita que no disuelve el paso de los años.
Los argentinos, pese a su condición de nación joven y de
abundante recursos, le han dado a la Humanidad su buena dosis de violencia,
tristeza y pesar, encarnada en los
regímenes militares que han gobernado ese bello país. Tal es el caso, por
ejemplo, de la Junta Militar dirigida por Jorge Rafael Videla que gobernó con
mano de hierro la Argentina durante el período 1976-1981 después de haber
desplazado del Poder mediante un Golpe de Estado a Isabelita de Perón. La reciente condena de un tribunal argentino
del Ex General Videla a lo que equivale una sentencia de cadena perpetua, ha
vuelto a traer a la luz los horribles crímenes de lesa humanidad cometidos
contra los opositores de ese nefasto gobierno, que incluyen miles de muertes y
desapariciones y en particular el secuestro de los bebés nacidos de las mujeres
en cautiverio, quienes eran asesinadas después de alumbrar y las criaturas
entregadas para ser criadas por militares allegados al oprobioso régimen.
Un caso nos llama poderosamente la atención, el de la
hoy Diputada Nacional Victoria Donda, cuyos padres fueron desaparecidos después
del nacimiento de esta en cautiverio y la niña apropiada clandestinamente por
un militar quien la crió simulando ser siempre su padre legítimo. Pero los genes son siempre genes y no
traicionan y la niña cuya identidad fue secuestrada nació y actuó siempre como
rebelde, participando como activista en pro de los Derechos Humanos y
terminando siendo Diputada Nacional de su país.
Sus movimientos políticos la condujeron en el 2003 al descubrimiento de
su verdadera identidad a través de la Organización de las Abuelas de la Plaza
de Mayo. Al conocerse la sentencia que condenaba tanto a Videla como a su padre
adoptivo, debe uno caminar un poco en los zapatos de Victoria, para sentir como
ser doblemente víctima: primero de su secuestro y apropiación clandestina
reivindicado por la justicia y el dolor profundo en el alma que significa
separarla con la misma sentencia de una familia que al propio tiempo la crió durante
26 años, sin olvidar para ello que
LAS DESPEDIDAS SON TRISTES
Videla y su dictadura
tan deleznable y sangrienta
a una madre parturienta
mató y robó su criatura
y acrecentó la tortura
de esa hija al alumbrar
cuando decidió entregar
la tierna recién nacida
a un soldado genocida
de la Junta Militar.
De los genes ni del Yo
no habrá nunca escapatoria
y así la niña Victoria
protesta en labios nació
Desde joven combatió
contra toda iniquidad
sin saber su
identidad
había sido secuestrada
hasta que la hoy Diputada
supo su triste Verdad-
La Justicia aunque tardía
siempre, siempre es bienvenida
aunque a Victoria una herida
junto a su Patria traía:
Es que Argentina ese día
reía, igual que lloraba
pues un monstruo condenaba
que asesinó tanta gente
aunque a una hija inocente
de ese padre separaba
Rafael Martínez Céspedes
9 de julio de 2012
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