En Europa, los grupos denominados “Los indignados” se han manifestado entre otras cosas “contra la terrible brecha entre los muy ricos y los muy pobres y por la necesidad de establecer de nuevo una prensa libre y de reformar los sistemas educativos, según ellos estos dos últimos ahora al servicio de las élites que manejan el dinero y el poder.
Alegan que todos los
países desarrollados están muy alejados del ideal de una escuela democrática y muy
al servicio de una sociedad de comercio, sin desarrollar una mente inventiva
crítica suficiente y lo asocian a la
desaparición de las aulas de la
educación liberal que es la que “persigue
la formación de seres humanos libres dándoles un mayor sentido de los valores,
la ética y el compromiso cívico al enfrentarlos con los temas cruciales de su
sociedad y de su época.” El resultado más importante – y quizás más peligroso para las élites del Poder- de
una educación liberal es que forma “personas
escépticas de su propia tradición y entrenadas para pensar por si mismas, en
lugar de ceder ante la autoridad” (1).
Quizás por eso la
sociedad global, cuyo Dios es el mercado, ha concentrado sus esfuerzos en la
formación de “especialistas”, tecnócratas que saben más y más sobre menos y
menos, quienes sólo pueden comunicarse con los de igual especialidad. El efecto
obvio es mucha tecnología, pero muy poca comunicación. Si
queremos volver al diálogo que acerca los
seres humanos independiente de su nivel social o cultural , debemos volver a la
educación que nos hace libres. Oigan si no una experiencia en comunicación contada
en su autobiografía por el Maestro Pablo Neruda y que tituló “El Poder de La
Poesía”(2) :
“Ha sido privilegio
de nuestra época —entre guerras y revoluciones- desarrollar la fecundidad de la
poesía hasta límites no sospechados. Contaré
lo que me pasó en La Vega, el mercado más grande y popular de Santiago de
Chile. Allí llegan al amanecer las infinitas carretas y camiones que traen las frutas
y comestibles desde las fincas que rodean la capital. Los cargadores — miembros de un gremio numeroso, mal pagado y a menudo
descalzo—pululan por los cafetines, asilos nocturnos y fonduchos de los barrios
inmediatos”.
“Un día me invitaron
a dar una conferencia en el sindicato de cargadores de la Vega. Cuando entré a aquella sala destartalada sentí
el frío no sólo por lo avanzado del invierno, sino por el ambiente que me
dejaba atónito. Sentados en cajones o en improvisados bancos de madera, todos
me miraban con los ojos carbónicos y estáticos del pueblo de mi país. Qué hacer con este público? De qué podía hablarles?
Sin acertar a decidir nada y ocultando las ganas de salir corriendo, tomé el
libro España en el Corazón que llevaba conmigo y les dije:
“Hace poco tiempo
estuve en España. Allí había mucha lucha y muchos tiros. Oigan lo que escribí
sobre aquello. Lo cierto es que pensé
leer unas pocas estrofas, agregar unas cuantas palabras, y despedirme. Pero las
cosas no sucedieron así. Al leer poema tras poema, al sentir el silencio como
de agua profunda en que caían mis palabras, al ver cómo aquellos ojos y cejas
oscuras seguían intensamente mi poesía, comprendí que mi libro estaba llegando a su destino.
Seguí leyendo y leyendo, conmovido yo mismo por el sonido de mi poesía,
sacudido por la magnética relación entre mis versos y aquellas almas
abandonadas. “
“La lectura duró más
de una hora. Cuando me disponía a retirarme, uno de aquellos hombres se levantó. Era de los que llevaban el saco
anudado alrededor de la cintura. —Quiero agradecerle
en nombre de todos ——dijo en alta VOZ———. Quiero decirle, además, que nunca
nada nos ha impresionado tanto. Al
terminar estas palabras estalló en un sollozo. Otros varios también lloraron.
Salí a la calle entre miradas húmedas y rudos apretones de mano”. Al final
Neruda pregunta: “¿Puede un poeta ser el mismo después de haber pasado por estas
pruebas de frío y fuego?”
Y a todos quizás nos sirva el ejemplo para responder si algún niño inocente nos pregunta: Papá
Y a todos quizás nos sirva el ejemplo para responder si algún niño inocente nos pregunta: Papá
¿DE QUE SIRVE LA
POESÍA?
Si un niño a su padre
un día
le preguntase
inocente:
¿para que sirve a la
gente
eso que llaman
poesía?
ese padre bien podría
al buen niño
responder
y contarle del poder
de un poema y sus
verdades
que denuncia
iniquidades
y hace al alma
estremecer.
El gran Maestro
Neruda
todo el mundo
recorrió
y con poesía quitó
al pobre, temor y duda
Verso que el ánimo
muda
sin la música es
canción
un mensaje al corazón
y a cada quien enfrentar
para a su vida al fin dar
un propósito o
misión.
Está el mundo
consagrado
a formar
especialistas
ya no forman
humanistas
no valen en el
mercado
Y en la escuela por
su lado
ya no se aprende a
pensar
se aprende plata a ganar
usando tecnología
pues los PCs de hoy en
día
son el órgano de hablar.
Rafael E. Martínez
Céspedes
2 de junio de 2013
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