Los problemas que hoy
día vive la vieja Iglesia Católica, son una confirmación del axioma de que “el
Poder definitivamente corrompe y ,de que el Poder absoluto corrompe
absolutamente.” Más de dos milenios de historia manejando las almas de un
tercio de la humanidad, es tiempo más que suficiente para que cualquier
institución se corrompa hasta los tuétanos.
No hay que dudar que la
renuncia de Benedicto XVI – abrumado por el cúmulo de problemas que hoy acosa a
la Iglesia – el drenaje económico y moral de los casos de pederastia a todos
los niveles de la institución, la división en los niveles dirigenciales del
Colegio de Cardenales y la burocracia del Vaticano, unido a la investigación de
lavado del Banco Vaticano, son temas más
que suficientes para que un papa de 85 años, tire la toalla.
Con todo, la Iglesia siempre tiene la capacidad de reinventarse y la elección de Francisco I, un jesuita argentino a nuestro modo de ver, dentro del ambiente de pompa y misterio que caracteriza todas las ceremonias de esta iglesia milineria, marca un hito importante, un acontecimiento histórico singular en la vida de la institución y en el mundo, no tanto por el origen americano del nuevo pontífice, si no por la filiación del nuevo Papa, a la Compañía de Jesús, una congregación que el Gran Napoleón Bonaparte expresó en sus Memorias el temor hacia ellos, acusándoles de ser “una organización militar cuyo interés es solo Poder” y de John Adams segundo Presidente de los Estados Unidos diciendo que “es una corporación humana que merece la condenación tanto en el cielo como en el infierno.”
Con todo, la Iglesia siempre tiene la capacidad de reinventarse y la elección de Francisco I, un jesuita argentino a nuestro modo de ver, dentro del ambiente de pompa y misterio que caracteriza todas las ceremonias de esta iglesia milineria, marca un hito importante, un acontecimiento histórico singular en la vida de la institución y en el mundo, no tanto por el origen americano del nuevo pontífice, si no por la filiación del nuevo Papa, a la Compañía de Jesús, una congregación que el Gran Napoleón Bonaparte expresó en sus Memorias el temor hacia ellos, acusándoles de ser “una organización militar cuyo interés es solo Poder” y de John Adams segundo Presidente de los Estados Unidos diciendo que “es una corporación humana que merece la condenación tanto en el cielo como en el infierno.”
Para entender el
significado del cambio, hay que conocer mejor la susodicha congregación de los
Jesuitas. Véase por ejemplo:
Fundada en 1540 por
Ignacio de Loyola su lema: “obediencia, pobreza y castidad” va dando una idea del por que la Sociedad de
Jesús, es uno de los brazos importantes de la Iglesia en su tarea educativa y
de evangelización. Casi una organización militar en su estructura y en la
formación de sus miembros, la Orden recoge la crema de la intelectualidad de la Iglesia Católica y sus contribuciones tanto en la evangelización como en la labor
educativa de la antigua institución, son ya proverbiales.
En mi experiencia personal tuve el honor de conocer y trabajar junto a dos académicos jesuitas: el Padre Felipe Arroyo, S.J., educador, y el famoso economista José Luis Alemán, S.J. que llenaban el perfil de un soldado de la Compañía de Jesús: austeros, discretos, de inteligencia preclara, de excelente formación académica y con un celo y una consciencia de su misión que hicieron de la contribución de ambos un aporte serio, concreto y significativo al desarrollo inicial de lo que es hoy la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Si el jesuita Bergoglio aplica su formación, su carácter y su celo a la reforma de su convulsionada iglesia, estamos seguros que otro gallo muy pronto cantará en esos predios.
En mi experiencia personal tuve el honor de conocer y trabajar junto a dos académicos jesuitas: el Padre Felipe Arroyo, S.J., educador, y el famoso economista José Luis Alemán, S.J. que llenaban el perfil de un soldado de la Compañía de Jesús: austeros, discretos, de inteligencia preclara, de excelente formación académica y con un celo y una consciencia de su misión que hicieron de la contribución de ambos un aporte serio, concreto y significativo al desarrollo inicial de lo que es hoy la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Si el jesuita Bergoglio aplica su formación, su carácter y su celo a la reforma de su convulsionada iglesia, estamos seguros que otro gallo muy pronto cantará en esos predios.
Promete ya el nuevo
Obispo de Roma, una iglesia pobre para
servir a los pobres y advierte que una Iglesia sin Cristo es una ONG piadosa
que no puede funcionar. Por eso, como lo
ha hecho otras veces algo bueno ha de venir ya que
LA IGLESIA SE REINVENTA
La más vieja institución
que tiene el género humano
inició en el Vaticano
una gran transformación
Presa de la división
por errores garrafales
votaron los Cardenales
a un jesuita argentino
que si endereza el
camino
le evitará grandes
males.
Se requiere un militar
con virtud y honestidad
para traer probidad
y confianza restaurar
A ese Dios Cristo
imitar
es respetar la pobreza
no pensar que la
riqueza
es el único destino
y que mejor que un buen
vino
es vivir en Su
Grandeza.
Cristo al mundo prometía
sólo un Reino Celestial
no el tesoro terrenal
que es la Iglesia de
hoy en día
Su simple filosofía
como se ha podido ver
es muy distinta al
Poder
del boato y corrupción
y que no es la religión
que El buscaba
establecer.
Rafael Martínez
Céspedes
17 de marzo de 2013
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