martes, 9 de septiembre de 2008

MAL SE REPARTE EL PASTEL



Una de mis anécdotas favoritas la leí hace ya muchos años. La escribe alguien que en su niñez en Alemania, había sido invitado junto a varios nietos, a cenar en casa del abuelo. Cuenta que al final, como postre, el abuelo les ofreció manzanas y que entre las mismas brillaba un exótico higo al parecer muy escaso en esa época: un tesoro a los ojos de los niños.

Viendo la inquietud de sus nietos, el abuelo tomó bruscamente el higo y entregándoselo a una de las niñas dijo: “El higo se lo doy a Alicia. Es bueno que desde temprano se vayan acostumbrando a las injusticias de la vida.”. Si bien la obvia lección, como señala posteriormente el protagonista de la anécdota, es ilustrar de que aún sabiendo que la vida reparte muy pocos higos y muchas otras frutas inferiores, la envidia no permite que disfrutemos de los encantos que de vez en cuando nos presenta la existencia.

Ya a un nivel más pragmático, el cuento debía ser aprovechado por los políticos del patio que al final de una campaña electoral exitosa aspiran a ser recompensados todos con un higo, despreciando –para tropicalizar nuestra anécdota - las bananas que puedan quedar en la canasta del Poder. En primer lugar no hay tantos puestos para tantos aliados, ni todas las posiciones consisten en Ministerios de Educación, Cancillería u otra cartera que conlleve prestigio o un alto presupuesto. Claro que son ilusiones ya que, con pocas excepciones, no aceptamos con buen gusto estas probadas injusticias de la vida y que siempre, casi siempre

MAL SE REPARTE EL PASTEL

La vida con gran malicia
tiene coyunturas raras
y las cosas que son caras
reparte con injusticia
pues si un higo le da a Alicia
da al resto frutas menores
y es de los males peores
no aceptar tal situación
que le evita al corazón
mucha envidia y rencores.

Esta lección importante
podría también seguir
cuando vaya a repartir
los puestos un gobernante
pues ese aliado flamante
verá con mucha alegría
no todo es Cancillería
o presupuesto abultado
y no saldrá disgustado
ni se alzará en rebeldía.

Claro que son ilusiones
huérfanas de realismo
pues quiere el capitalismo
que el pobre piense en millones
ya que estas extrañas lecciones
no entiende el que anda a pies
cuyo máximo interés
es una fiada yipeta
sin saber que ahora su meta
será odiar los pagarés.

Rafael Martínez Céspedes
9 de septiembre de 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo único es que como dicen "el que parte y reparte, se queda con la mejor parte". ¿Que vamos hacer?