viernes, 5 de septiembre de 2008

EL PODER DE LAS PALABRAS


Alguien ha observado con gran propiedad que el negocio de la droga no sólo “ha enriquecido a banqueros, mafiosos y políticos corruptos” si no que ha enriquecido también el idioma. Ya lo previó Cervantes, cuando puso en boca del Quijote su opinión sobre los nuevos términos que aparecen en el idioma hablando de esta forma a Sancho:: “y cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan, y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso”.

En efecto, antes mula era sólo la estéril mezcla de asno y yegua. Hoy es un contrabandista que transporta drogas en pequeñas cantidades. Antes “darse un viaje” era trasladarse a algún sitio por aire, mar o tierra; hoy en día es el estado resultante de haberse administrado una droga alucinógena, expresión que de paso popularizó el verbo “alucinar” antes un vulgar desconocido. Otro término muy popular, aunque bastante peligroso, es el denominado “tumbe” utilizado cuando un grupo de narcotraficantes le roba a otro un cargamento de cual se han provisto de información previa.

Por eso resultó extraño que en estos días un dirigente político a quien al parecer se le había prometido un puesto importante, al enterarse que la posición le había sido dada a otro, gritó desde el propio Palacio Nacional: “Alguien me ha dado un tumbe.” Aunque al principio pueda esto provocar risa, en el fondo es algo muy serio que nuestros políticos sigan “empobreciendo la lengua” olvidando que al abrir su boca – como amonesta la Biblia – están mostrando al pueblo su corazón y formando con su ejemplo a nuestra juventud. Están olvidando, sin dudas,


EL PODER LAS PALABRAS

En el argot popular
si alguien es despojado
o si algo le han robado
usan el verbo “tumbar”
aunque conviene aclarar
que su uso es más frecuente
entre oscuros delincuentes
o bandas de salteadores
no entre colaboradores
de un augusto presidente.

Sucede que en elecciones
se promete hasta la luna
y hasta los niños de cuna
se le ofrecen posiciones
aunque son tantos millones
y el pastel es tan chiquito
que por más que pongo y quito
a la hora de ganar
sólo se pueden nombrar
a los del mismo grupito.

Mezcla nuestra sociedad
miseria con democracia
y algunos les causa gracia
nuestra absurda realidad
pues es muy cruda verdad
que una llamada nación
donde un cargo o una función
sean objetos de algún tumbe
hacen que el país se enrumbe
a ser país de ficción.

Rafael Martínez Céspedes
5 de septiembre de 2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya lo dijo un sabio. "Las palabras generan ideas y las ideas producen los hechos." Cuidado!