jueves, 3 de abril de 2008

LAS GUERRAS SE HACEN POR PAN


Leí una vez en Gibbon, en su obra clásica sobre la Decadencia y Ruina del Imperio Romano, que en una ocasión se introdujo una moción en el Senado Romano para que los esclavos – cuyo número era enorme – llevasen uniformes. Cuentan que la misma fue descartada por el peligro que representaría para la seguridad del Estado llevar a cabo esta medida, porque si llevaban uniforme los esclavos se darían cuenta de cuántos eran y acabarían rebelándose.

La Agricultura ha sido siempre la esclava cenicienta de la economía y una famosa frase sobre las tres principales formas de perder dinero ha sido transformada para incluirla diciendo que son mediante el juego, con las mujeres o dedicándose a la agricultura. Sin embargo, me parece que recientemente en la Argentina los agricultores se han puesto el uniforme y han descubierto que pueden ganar dinero y que tienen gran poder: un paro que se inició como protesta a una medida de la Presidenta Cristina Kischner para aumentar los impuestos a los productores agrícolas, puso a su gobierno en jaque y demostró que las organizaciones rurales que producen los alimentos pueden hacer pasar hambre a todo un país.

La lección argentina para el mundo está muy clara: Las reglas del juego de la producción agrícola deben revisarse pues con el estómago de la gente no se juega ya que la Historia nos enseña permanentemente que:


LAS GUERRAS SE HACEN POR PAN

De una forma muy segura
pierde un hombre su dinero
si juega o es parrandero
o practica agricultura.
Este mundo de locura
debe el campo redimir
y estar dispuesto a admitir
que entre los seres con vida
ninguno sin la comida
logrará sobrevivir.

La grande y rica Argentina
estuvo a punto de arder
por más impuestos querer
del campo doña Cristina.
Recordar la guillotina
debe todo presidente
pues se olvida comúnmente
las armas relucirán
cuando empieza a faltar pan
en la panza de la gente.

Viene este hecho a probar
que el campo tiene poder
y que para paz tener
algo deberá cambiar.
Debe el mundo mejorar
la proporción de raciones
y estas locas ecuaciones
donde un perfume muy fino
o la mancha de un buen vino
son en leche mil galones.


Rafael Martínez Céspedes 3 de abril de 2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Claro que sí.

Anónimo dijo...

A los gobiernos les digo:
soporto que me maltraten,
que me manden apagones
y hasta jugar con mi vida.
Lo que no le aguanto a nadie
aunque suelo ser muy paciente
que juegue con mi comida!