Ya es proverbial la fama de perversidad y de
ingratitud que tienen los genios que salen de esas famosas lámparas o botellas legendarias
al ser frotadas, al momento de otorgar uno o más deseos como recompensa al infeliz mortal que
se les ocurrió liberarlos.
Parece que esta tradición se origina en la mitología
de los griegos como lo prueba la referente al Rey Midas, aquel famoso monarca
que todo lo que tocaba convertía en oro. Según nos cuenta la historia nacida de
la imaginación de esos primeros griegos, el sátiro Sileno quien muerto de una
borrachera se había perdido, fue llevado
por unos campesinos al Rey Midas quien lo agasajó y le brindó su hospitalidad
durante varios días.
Como recompensa el sátiro invito al Dios Dionisio
quien a su vez prometió dar a Midas, cualquier cosa que pidiese y este último –
iniciando esa larga lucha entre los humanos, de perseguir la eterna, popular y casi siempre inalcanzable ambición
de ser ricos y poderosos- solicitó le fuese concedido el poder de que
cualquier cosa que tocase se convirtiera en oro.
Probados sus nuevos dones, Midas ordenó se preparara un
gran banquete para comprobar con horror que los alimentos y bebidas que tocaba
se iban convirtiendo todos en oro. Como final de la historia, nos cuentan que
Midas pidió de nuevo al sátiro benefactor - para no morirse de hambre - le liberase de aquel tormento y ya
arrepentido se refugió en el campo.
De vuelta al mundo de hoy, vemos que la imaginación de
los griegos no estaba tan lejos de la realidad. De hecho, sobre todo en
latitudes donde la impunidad campea por sus fueros, los que ejercen el Poder político
se convierten en verdaderos semidioses y convierten en Midas a sus acólitos y
subalternos quienes, tocados por el mágico Poder convierten en oro (metiendo la
mano por supuesto en el Erario) todo lo que pasa por su lado, convirtiéndose en
breve plazo de humildes funcionarios en acaudalados potentados.
No estamos tan seguros que muchos de estos
beneficiados van a renunciar como lo hizo el Midas original a estos bienes
terrenales. Lo que si sabemos, es que disfrutarán en tranquilidad de sus
millones mientras el resto de los mortales, quienes fueron al fin de cuentas
quienes trabajaron duramente para producir el oro, serán los que mueran de inanición sin
haber siquiera tocado los alimentos, aunque sin nunca abandonar la esperanza de
que aparezca en su horizonte algún sátiro benefactor que los convierta en
REYES MIDAS SIN CASTIGO
Grecia y su mitología
de un Rey Midas enseñaba
que todo lo que
tocaba
en oro se convertía
pero de Midas decía
que duro le era vivir
ya que en oro al convertir
el alimento esencial
su condenación fatal
era de hambre morir
Se hace difícil creer
tenga un gato siete vidas
pero crear un Rey Midas
eso sí puede el Poder
pues todos podemos ver
como fondos del Estado
convierten en potentado
a un humilde funcionario
que desfalcando al Erario
se hace rico, acaudalado.
Quien del oro es muy amigo
como en la mitología
puede encontrar cualquier día
como un Midas su castigo
Como la paja del trigo
siempre es bueno separar
nunca se debe robar
a una triste masa hambrienta
si una revuelta sangrienta
se quiere un día evitar.
Rafael Martínez Céspedes
3 de octubre de 2014
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