En mi primer trabajo en
mis años mozos en New York, mi jefe era un simpático irlandés – grande, gordo,
de tez muy blanca y ojos azules – siempre alegre con un cigarro en la boca, quien
al saludarte siempre te preguntaba. ¿Cuál es tu problema aparte del sexo y el
dinero? Yo reía, sin entender en ese momento el valor profético que tenía su
proverbial saludo. Si no, salude usted en
estos días a algún político o empresario en cualquier continente con la frase de aquel americano bonachón y lo más probable es
que el saludado se ofenda.
En España para empezar,
los ejemplos son tan numerosos que dan pena. La oposición está en estos
momentos pidiendo la dimisión del Presidente del Gobierno, porque un ex
tesorero del partido en el Poder ha revelado la existencia de una “contabilidad
doble” (una contabilidad negra y otra blanca, explican los españoles, en una extraña aclaración racial) donde aparecen recibiendo pagos
ilícitos, importantes funcionarios del partido y el gobierno actual. En otro
escándalo español, una famosa cantante se encuentra bailando en la cuerda floja
por su participación en un “blanqueo de capitales” junto a su ex amante y ex
alcalde ligado a la corrupción administrativa. Hasta el yerno del Rey un
elegante vasco ha sido removido de la página Web de la realeza española por sus
posibles lazos en tramas de corruptela.
Y en los Estados Unidos, donde la sexualidad es una especie de arma política secreta que
sirve para destutanar al adversario, después del escándalo de los agentes del Servicio de Seguridad del Presidente Obama
en Colombia, está al rojo vivo la revelación de una trama que involucra a un
importante senador de origen cubano con una red de prostitución en la República
Dominicana con la participación de políticos y empresarios de este último país.
La moraleja naturalmente es siempre la misma: Mientras el dinero siga siendo el sustituto de principios e ideologías y el único instrumento para alcanzar el Poder
político o la fama, así como para medir el valor personal de un individuo y se siga
explotando el uso de secretos
personales- como lo es la intimidad
sexual no para condenar el hecho en si mismo, si no como arma para llevar a la
ruina a un adversario político- seguirá reinando la hipocresía, la doble moral
y la corrupción. Por eso, mucho cuidado si saludamos a un amigo preguntándole
de entrada, que cuál es su problema,
APARTE SEXO Y DINERO
Un buen hombre preguntaba
al saludarte primero
sin contar sexo o
dinero
que cosa te preocupaba
aunque él presto descontaba
que todo el mundo
mentía
y en esos temas tenía
doble Contabilidad
y por eso la Verdad
decirle nunca podría.
Pronto descubrió la
gente
que trafica con Poder
lo valioso que es tener
del otro algún
expediente
y que envuelve
comúnmente
un buen motivo carnal
o algún monto colosal
de dinero mal habido
muchas veces producido
por un tráfico ilegal.
La plata tiene hoy en día
fuerza que nada la para
y sigue siendo la vara
con que miden la valía
Por eso hay hipocresía
y un gran culto a lo banal
reina la doble moral
madre de la corrupción
que crea fatal adicción
al pecado original
Rafael Martínez
Céspedes
3 de febrero de 2013
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