Quizás conociendo lo peligroso del Poder, tanto en lo que afecta el comportamiento de los seres humanos que lo alcanzan y lo ejercen, tanto como por los ataques que vienen de quienes envidian y aspiran a ese mismo Poder, nos narra la Biblia que, Salomón, habiendo heredado muy joven el reino de su padre David, pidió así a su Dios Jehová: “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo". (1)
Esta gran sabiduría de Salomón, se refleja en otro libro del Viejo Testamento, el Eclesiastés cuyo autoría se le atribuye, donde el sabio nos enseña “cómo afrontar la vida, ya que nada en ella es seguro excepto la muerte, reflexiona sobre la fugacidad de los placeres, la incertidumbre que rodea al saber humano, la futilidad de los esfuerzos y bienes de los hombres, la caducidad de todo lo humano y las injusticias de la vida.” (2)
Hacemos este bíblico introito antes de comentar sobre el caso que es la comidilla de toda la prensa mundial: La estrepitosa caída del banquero de naciones, del poderoso Director del Fondo Monetario Internacional y casi hasta hoy, proyectado virtual ganador de las elecciones Presidenciales de Francia en 2012, el señor Dominique Strauss-Kahn. En una extraña madeja de circunstancias el señor Strauss, terminó el pasado fin de semana, enredado en una acusación de ataque sexual por una empleada del lujoso hotel donde se hospedaba en Manhattan y encerrado sin fianza en una prisión de alta seguridad en la infame prisión Rikers de New York.
Hundido en el descrédito, sepultado por sus acciones o las de sus enemigos, no tenemos elementos para juzgar la culpabilidad o no del señor Strauss, o si su desgracia ha nacido de una conspiración en su contra. No buscamos decidir si se trata de un caso de “igualdad ante la ley” como alegan unos o más bien un caso de “destrucción deliberada” como sostienen sus defensores.
La lección más importante que pudiésemos extraer del desagradable incidente es meditar sobre las lecciones bíblicas comentadas sobre la incertidumbre de la existencia humana. Entender por qué el sabio nos invita a disfrutar las pequeñas alegrías de este mundo, que son regalo indiscutible de Dios. Comprender, pues no sabemos cuándo llegará nuestro turno, que la injusticia domina siempre todo lo humano, y tenemos que estar preparados para aceptar con serenidad las desgracias y la adversidad – pasajeras también al fin de cuentas – e igual que Salomón pedir siempre a Dios que más que honores y riquezas, nos dé algo de sabiduría, porque como sentenció el gran sabio, en este valle de lágrimas: “Vanidad de vanidades,
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Salom%C3%B3n
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