jueves, 25 de marzo de 2010

PAIS DE TELENOVELA


Alguien dijo, con sobrada razón, que si Dios quiere perdernos, primero nos enloquece. Un ejemplo práctico de este proverbio nos lo presenta la Biblia en Génesis, hablando de la Torre de Babel: "Tenía toda la tierra la misma lengua y los hombre se dijeron: Edifiquemos una torre cuya cúspide llegue al cielo. Más Jehová descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: "He aquí que todos forman un solo pueblo y hablan la misma lengua, siendo este el principio de todas su empresas. Descendamos pues y alli mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros. Así Jehová los dispersó de allí sobre toda la faz de la tierra y cesaron en la constrúcción de la ciudad.

Se trae el ejemplo de la bíblica torre, pues ultimamente en nuestro país las torres de apartamentos de lujo son el telón de fondo en el que vienen ocurriendo, con cada vez mayor frecuencia, episodios dramáticos dignos de constituir una telenovela (culebrón les llaman en España) que tendría un indudable éxito: De una ellas escapó de forma espectacular un reconocido capo del narcotráfico dejando detrás a su amante y US$5 millones en efectivo; entrando a otra fue acribillado otro personaje asociado al primero, y ahora recientemente los elegantes promotores de un lujoso inmueble en pleno centro de la ciudad, fueron atrapados con un alijo de 1,200 kilos de cocaína.

Al igual que en Babel, la reacción aquí es siempre la misma: los medios empiezan a desgañitarse pidiendo explicación inmediata al Gobierno; este por su parte o calla u ofrece explicaciones anodinas o increíbles, luego ambos se dispersan confusos a tratar otros temas, mientras el resto de nosotros se limita a preguntarse cuando vendrá el siguiente episodio del interminable culebrón. Parodiando al profesor Juan Isidro Jiménez Grullón en su obra "La República Dominicana: Una Ficción", alguien podría sentirse tentado a escribir:

¿PAIS DE TELENOVELA?

Cuentan del pueblo que un día
queriendo a Dios imitar
quiso torre edificar
que hasta el Cielo llegaría
aunque Dios esta osadía
de inmediato corrigió
y a cada quien ordenó
hablar lengua diferente
por lo cual hasta al presente
ninguno al otro entendió.

La droga mal difundido
es nuestra nueva Babel
que ha llegado hasta al Cuartel
a la escuela y al partido
hasta al Cielo ya ha subido
pues mucha plata menea
y por torres se pasea
como sensual megadiva
aunque es hiel muy corrosiva
que esta sociedad permea.

Parecemos de ficción
pues los casos detectados
son cada vez más sonados
dignos de un buen culebrón
y la gran preocupación
que al hacerse tan frecuente
le parezca a nuestra gente
que mejor que trabajar
sea sentarse a esperar
el episodio siguiente.

Rafael Martínez Céspedes

25 de Marzo de 2010





2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por estar atentos a este "culebrón" es que no podemos concentrarnos en los graves males que nos aquejan.

Anónimo dijo...

Lo preocupante es que es una historia sin fin. Cada una es mas fascinante que la otra.