“Hagan el Amor, no la Guerra” fue el slogan del movimiento contracultural que se desató en los Estados Unidos en la década de los sesenta como oposición a la cruenta guerra de Vietnam. El culto al amor libre inspirado en los “niños” de la generación de Acuario complementaron y contagiaron a sus contra partes franceses quienes con su enorme revuelta o “Mayo Francés” en el 1968, pusieron en jaque el Gobierno de Charles de Gaulle. Es curioso señalar que para los estudiantes franceses, “su primera reivindicación fue que se les permitiera acceder a los dormitorios de la mujeres en las universidades, acceso que no estaba permitido por las normas sociales de la época”. “Cherchez la femme” ha sido y sigue siendo obsesión permanente de los galos.
También es curioso, que los políticos norteamericanos – como lo prueban los conflictos de Irán y Afganistán- han modificado el consejo de los hijos de Acuario y han hecho tanto el amor como la guerra. En cuanto al amor, cuando lo hacen a escondidas con alguna joven asistente, siempre aparece un tabloide indiscreto que hace público su affair – como ha sido el caso reciente del ex candidato a la nominación presidencial John Edwards – arruinando de paso su futuro político y económico. Es extraordinario, consignémoslo aquí, el contraste entre la actitud de ambas naciones respecto a la conducta sexual de sus líderes. Mientras para los americanos es anatema, los franceses se dan el lujo de tener una candidata a la presidencia amancebada y una Primera Dama, en cuya Hoja de Vida aparece el honor de haber posado en cueros para diferentes medios. Sin tomar partido en esta lucha ideológica sexual, nos basta con titular este aporte con el grito de guerra de los franceses:
¡VIVE LA DIFFÉRENCE!
Dos fuerzas omnipotentes
son la muerte y el amor
porque una infunde terror
y el otro turba la mente.
Con cristal muy diferente
ven al par los de esta tierra
y en sexo y lo que ello encierra
los hay canallas geniales
y otros menos liberales
prefieren hacer la guerra.
Que viva la diferencia
aconsejan los franceses
que de placeres burgueses
han hecho toda una ciencia.
En Francia la Presidencia
no es difícil alcanzar
aunque puedan demostrar
que el candidato aspirante
convive con una amante
que en cueros gusta posar.
Con un gringo presidente
cosa muy distinta pasa
si lo agarran con la masa
de su joven asistente.
Ahí acaba de repente
su prestigiosa carrera
y las glorias de esta tierra
las pierde con ese error
pues quiso hacer el amor
en lugar de hacer la guerra
Rafael Martínez Céspedes
14 de agosto de 2008
También es curioso, que los políticos norteamericanos – como lo prueban los conflictos de Irán y Afganistán- han modificado el consejo de los hijos de Acuario y han hecho tanto el amor como la guerra. En cuanto al amor, cuando lo hacen a escondidas con alguna joven asistente, siempre aparece un tabloide indiscreto que hace público su affair – como ha sido el caso reciente del ex candidato a la nominación presidencial John Edwards – arruinando de paso su futuro político y económico. Es extraordinario, consignémoslo aquí, el contraste entre la actitud de ambas naciones respecto a la conducta sexual de sus líderes. Mientras para los americanos es anatema, los franceses se dan el lujo de tener una candidata a la presidencia amancebada y una Primera Dama, en cuya Hoja de Vida aparece el honor de haber posado en cueros para diferentes medios. Sin tomar partido en esta lucha ideológica sexual, nos basta con titular este aporte con el grito de guerra de los franceses:
¡VIVE LA DIFFÉRENCE!
Dos fuerzas omnipotentes
son la muerte y el amor
porque una infunde terror
y el otro turba la mente.
Con cristal muy diferente
ven al par los de esta tierra
y en sexo y lo que ello encierra
los hay canallas geniales
y otros menos liberales
prefieren hacer la guerra.
Que viva la diferencia
aconsejan los franceses
que de placeres burgueses
han hecho toda una ciencia.
En Francia la Presidencia
no es difícil alcanzar
aunque puedan demostrar
que el candidato aspirante
convive con una amante
que en cueros gusta posar.
Con un gringo presidente
cosa muy distinta pasa
si lo agarran con la masa
de su joven asistente.
Ahí acaba de repente
su prestigiosa carrera
y las glorias de esta tierra
las pierde con ese error
pues quiso hacer el amor
en lugar de hacer la guerra
Rafael Martínez Céspedes
14 de agosto de 2008
1 comentario:
¡Que viva!
Publicar un comentario