miércoles, 17 de octubre de 2018

NUESTRA ETERNA INEQUIDAD


Cuando uno ve las embarcaciones   llenas de refugiados subsaharianos  en el Mediterráneo sin poder atracar en ninguno de los tantos puertos y países que dan a ese mar o cientos de negros saltando la valla fronteriza en Melilla, o las comunidades de inmigrantes musulmanes complotando actos terroristas en Bruselas o Amsterdam o ve la corrupción en el sistema político en Brasil, o sufre el drama de los niños de inmigrantes separados de sus padres en la frontera de los EUA con México, no tiene que ser un científico social para darse perfecta cuenta el  por qué alcanzó el poder Salvini en Italia y Orban en Hungría, por qué los movimientos populistas nacionalistas – anti inmigración de extrema derecha están creciendo como la verdolaga en Europa, por qué un troglodita como Bolsonaro está a punto de alcanzar la presidencia en Brasil y por qué la gente ya está aceptando como normal el mundo de valores invertidos  que Donald Trump está imponiendo a trompicones a la Humanidad.

La causa de estos fenómenos es naturalmente la eterna inequidad que desde tiempos inmemoriales es parte del quehacer  humano. Los efectos, sin embargo, son aún más devastadores pues tienen como ingrediente principal el miedo, la inseguridad, la angustia a lo desconocido,  que sienten los miembros de sociedades prósperas de que menesterosos de otros países menoscaben su nivel de vida y que les roben sus empleos y su futuro y están dispuestos a escuchar los cantos de sirena de extremistas como los que hemos mencionado, con soluciones basadas en el odio y la violencia.  

Por supuesto que ese no es un fenómeno nuevo. Ya lo vivió el mundo en el período entre la Primera y Segunda Guerra Mundial – donde surgió la Revolución Bolchevique, el nazismo de Hitler, el fascismo de Mussolini y el franquismo en España, entre otros. También vivió la Humanidad la casi destrucción del planeta provocada por  las contradicciones entre esos regímenes totalitarios y las democracias occidentales y que culminaron en la Conflagración Mundial del 39.

Que pena que tomemos tan poco en cuenta la Historia, sin hacer nada para cambiar

NUESTRA ETERNA INEQUIDAD

La inequidad omnipresente
de pobres crea oleada
que como odiada cascada
fluye en cada Continente
pero este humano torrente
genera inseguridad
pues es de la Humanidad
su proverbial egoísmo
que buscará en el fascismo
cuidar su prosperidad

Guerras y revoluciones
son por lo mismo normal
pues de pobres el total
sube un año por montones
Por lo tanto las Naciones
desde América hasta.Hungría
ricas con tecnología
nuevos muros construirán
y los  pobres sufrirán
su eterna hambre en agonía

Por eso no es nada raro
que en cualquier triste nación
en la próxima elección
gane un Trump o un Bolsonaro
sólo un pequeño reparo
tengo al esto concluir
que le quisiera advertir
a quien vote el extremismo
fue que una vez el nazismo
pudo el mundo destruir.

Rafael Martínez Céspedes
17 de octubre de 2018






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