Quiso el Destino que se conjugaran una serie de factores para que
empezara a desenmarañarse la vieja y deteriorada relación de más de medio siglo
entre Cuba y los Estados Unidos: la presencia de un visionario Papa argentino
en el Vaticano, los últimos dos años de un Presidente en los EUA sin temor a
perder el voto cubano en la Florida y el desarrollo en el tablero del comercio
mundial de países que como China y Rusia hoy penetran agresivamente mercados antes
considerados vedados.
Aunque el tema es escabroso y controversial, parece que el sentimiento
general es de alegría por una apertura de relaciones entre dos países separados
por 90 millas de intolerancia. La alegría es por la suerte del pueblo cubano,
quien es al fin de cuentas quien ha sufrido con paciencia durante esta eterna
Guerra Fría.
En lo personal, también quiso el destino que siendo un joven inmigrante – huyendo del rigor de la dictadura de Trujillo – fuese a parar en New York donde una pariente cuya casa era prácticamente una especie de Consulado de Cuba.
Desde
ahí -mientras disfrutaba de las anécdotas de las noches de la Habana, de un
café o de un buen habano - pude conocer
y hacer grandes amigos cubanos y contemplar como desde un palco en primera
fila, la experiencia de los primeros
años de luna de miel con Fidel Castro, el deterioro de las relaciones y su
acercamiento al bloque soviético, el horrible episodio de los misiles nucleares
que casi convierten la irresponsable Guerra Fría en un trágico y muy caliente
holocausto final y por supuesto el embargo comercial de parte de los americanos
y que aisló a Cuba del resto del mundo civilizado.
Mientras tanto el exilio cubano se fue transformando en una poderosa
fuerza política – sobre todo en el Estado de la Florida –y el embargo se fue
convirtiendo en una especie de provechosa e intocable herramienta económica y
política cuya práctica sigue siendo una especie de Teatro del Absurdo por su
inefectividad y carácter anti humanitario.
Para alegría del mundo – como sucedió en Berlín ya hace casi 3 décadas cuando
las piquetas de los ciudadanos empezaron a derribar aquel infame muro- ahora
que parece que las autoridades norteamericanas y cubanas han decidido superar sus
diferencias, la pregunta a flor de labios parece ser
¿CAYÓ EL MURO DEL CARIBE?
Quiso el travieso destino
que en mi vida bien temprano
algo del pueblo cubano
conociera en mi camino
Cuba país tan vecino
lleno de chispa y sabor
pueblo muy trabajador
y por demás muy valiente
porque conoce su gente
la sangre y lo que es dolor.
Pero su revolución
creó larga Guerra Fría
que la dejado hoy en día
en precaria condición
y su triste población
que en la vieja diferencia
ha esperado con paciencia
“medio siglo en soledad”
con hambre y sin libertad
aun sufre la consecuencia.
Este batallar tan duro
nos luce va a terminar
y podremos disfrutar
sin resquemor de un buen puro
y ese Caribeño muro
por demás infame y ruin
como sucedió en Berlín
parece empieza a caer
y pronto podremos ver
del túnel oscuro el fin.
Rafael Martínez
Céspedes
24 de diciembre de 2014[1]