lunes, 18 de noviembre de 2013

EL JUEGUITO DE QUEMAR

Hoy me gustaría hablar de Heinrich Heine (1797-1856) , poeta judío alemán, considerado “el último poeta del romanticismo” y quiero comenzar esta entrada con una genial frase suya que retrata de cuerpo entero nuestra loca y peligrosa especie:

“La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.”

Y una de las grandes vergüenzas de este mundo, ha sido la triste y larga historia de las denominadas “quemas de libros”, esa inútil búsqueda de mentes obcecadas por el poder, de pretender “quemar las ideas” ese paso previo a llevar a la hoguera a quienes disienten de las suyas.  Para mejor ilustrar la cosa, me he permitido copiar una definición sobre el tema y que dice:

La quema de libros es la práctica, generalmente promovida por autoridades políticas o religiosas, de destruir libros u otro material escrito; está vinculada al fanatismo ideológico y suele acompañar a muchos conflictos bélicos. La práctica generalmente es pública y está motivada por objeciones morales, políticas o religiosas, al material publicado. “


Nos cuentan los historiadores que ha existido ésta irracional práctica desde que el hombre es hombre, lo cual por supuesto no es excusa para continuarla. El emperador romano Dioclesiano, por ejemplo, en el 292 D.C. ordenó la quema de todos los libros de alquimia de la Biblioteca de Alejandría, mientras que en el 367 tuvo lugar la quema de todos las publicaciones cristianas, con la excepción de las que hoy constituyen el Nuevo Testamento, las cuales fueron reducidas a cenizas por orden del Obispo Atanasio. En el Siglo XV tuvo lugar en Florencia una importante quema de libros considerados “inmorales” en la llamada “Hoguera de Vanidades” promovida por el religioso extremista, el italiano Girolamo Savonarola. 

Con ese don profético con el que Dios dota siempre a los grandes poetas, Heinrich Heine escribió en 1821: “Ahí donde se queman libros se acaba quemando también seres humanos”.."(Dort, wo man Bücher verbrennt, verbrennt man am Ende auch Menschen.)

Y fue precisamente en la patria de Heine y contra de los de su raza o religión, donde se cumplió literalmente la profecía del gran poeta. El régimen nazi, el 10 de mayo de 1933, en la Bebelplatz de Berlín, llevó a cabo aquella famosa quema pública de libros de autores judíos u opuestos  a la ideología nazista, a cuya acción siguió encender las decenas hornos –similares a los de  Auschwitz o Treblinka-donde fueron exterminados como parte de la “solución final” millones de judíos y/o pertenecientes a “razas inferiores” y/o disidentes de la ideología que controlaba el Poder en la Alemania de Hitler.

Por supuesto que nuestra América no se queda atrás. Ahí tenemos como vergonzosa muestra las dictaduras militares de Pinochet en Chile y la de los criminales dictadores militares en la Argentina. Quemaron libros y al no poder quemar las ideas, quemaron entonces a quienes disentían de las suyas.  Vergüenza, vergüenza, otra vez vergüenza.

Nosotros, los dominicanos, que hemos sido tildados muchas veces de “ser demasiado isleños” parece que hemos decidido globalizarnos e incorporarnos – aunque un poco tarde, confieso – a esa tendencia histórica a la quema de libros, pues recientemente me enteré de un evento público donde fueron quemados libros del laureado escritor, Premio Nobel,  Mario Vargas Llosa, por un artículo que este escribió en el diario español “El País”, manifestando su desacuerdo con la sentencia del Tribunal Constitucional de la República Dominicana, la cual Vargas Llosa tildó de racista, xenófoba y sugirió motivaciones de tipo nazistas.  Sin embargo, pedimos a Dios que, como en otros casos de la historia, estos hechos no sean el preludio de algún conflicto bélico o preceda a la quema o muerte de quienes no estén de acuerdo con la controvertida sentencia. Tengamos, pues gran cuidado con

EL JUEGUITO DE QUEMAR

Eso de libros quemar
tiene larga y triste historia
que aunque hiera la memoria
hoy conviene recordar
porque a la hoguera llevar
las ideas de una mente
son ideas de un demente
que no acepta el disentir
para después exigir
que se queme al disidente.

En Berlín y Alejandría
muchos libros han quemado
aunque jamás han logrado
quemar una ideología
y cumplir la profecía
de Heide alemán genial
ya que en su tierra natal
incineraron millones
en los hornos y prisiones
de la Solución Final.

Con el fin de castigar
al escritor Vargas Llosa
aquí en nuestra isla hermosa
ya sus libros vi quemar
y muerte le piensan dar
al que a la Patria no es fiel
que hoy  dividida Babel
por sentencia han convertido
donde a Mario han sugerido
que devuelva su Nobel!

Rafael Martínez Céspedes
18 de noviembre de 2013

Referencias:


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