Según algunos tratadistas, por sus negativas repercusiones económicas, el evento que con el contradictorio título de “Feria de la Paz y Confraternidad del Mundo Libre” fue inaugurado a finales del 1955 para celebrar el vigésimo quinto aniversario de la “Era de Trujillo” marca el principio del fin del reinado trujillista.
Reinado es la palabra correcta, porque la celebración del evento, que se extendió todo el 1956, fue una caricatura carnavalesca de un Versalles tropical, donde sólo faltó María Antonieta. La importante inversión no reproductiva que según algunos alcanzó al cincuenta por ciento del presupuesto de ese año, incluyó un reinado donde fue coronada como Angelita I, la hija menor del dictador quién acompañada de su ruborizado Gran Chambelán, Joaquín Balaguer, marchó sobre una alfombra roja de tres kilómetros hacia una fiesta continua que incluyó espectáculos con bailarinas del Lido de Paris y orquestas de la categoría de un Xavier Cougat, en un Teatro Agua Luz construido al efecto y cuya fuente en vez de agua pudo haber arrojado champán. Contigua a la Feria de la Paz se inauguró también una Feria Ganadera para exhibir el ganado de competencia importado especialmente por el dictador.
Dicen que el gran pecado histórico de Trujillo fue que, con un Poder sobre una nación como pocos seres humanos han tenido, no realizara las transformaciones sociales para catapultar al progreso y bienestar colectivo a un país casado permanentemente con la miseria. El despilfarro de la Feria fue un monumento a la superficialidad y a la insensibilidad extrema de sus organizadores y una bofetada al hambre, la enfermedad y la ignorancia de sus masas pobres. Después de tan larga borrachera era inevitable también una larga resaca y a los embriagados cortesanos tropicales y su monarca les vendría su propia revolución y a muchos, la guillotina, ya que contrario al slogan de la Feria el pueblo no les daría
UN ABRAZO FRATERNAL
En medio de la miseria
de una nación maltratada
con champán fue inaugurada
por Trujillo su Gran Feria.
Para la ocasión tan seria
de cinco lustros cumplir
era la meta exhibir
que despilfarro y riqueza
con el pueblo y su pobreza
podían coexistir
Como de hadas un reinado
con séquito y chambelán
entre luces y champán
por todos fue proclamado.
De París vino importado
el Lido con sus coristas
que junto a grandes artistas
tocaron ya sin horario
en la fiesta aniversario
del régimen trujillista.
Ese reino de ilusiones
tan insensible y banal
por demás superficial
dejó importantes lecciones.
Que creerse faraones
eviten los dirigentes
y ante su pueblo indigente
no muestren tanto derroche
si no del baúl de un coche
muertos salen de repente.
Reinado es la palabra correcta, porque la celebración del evento, que se extendió todo el 1956, fue una caricatura carnavalesca de un Versalles tropical, donde sólo faltó María Antonieta. La importante inversión no reproductiva que según algunos alcanzó al cincuenta por ciento del presupuesto de ese año, incluyó un reinado donde fue coronada como Angelita I, la hija menor del dictador quién acompañada de su ruborizado Gran Chambelán, Joaquín Balaguer, marchó sobre una alfombra roja de tres kilómetros hacia una fiesta continua que incluyó espectáculos con bailarinas del Lido de Paris y orquestas de la categoría de un Xavier Cougat, en un Teatro Agua Luz construido al efecto y cuya fuente en vez de agua pudo haber arrojado champán. Contigua a la Feria de la Paz se inauguró también una Feria Ganadera para exhibir el ganado de competencia importado especialmente por el dictador.
Dicen que el gran pecado histórico de Trujillo fue que, con un Poder sobre una nación como pocos seres humanos han tenido, no realizara las transformaciones sociales para catapultar al progreso y bienestar colectivo a un país casado permanentemente con la miseria. El despilfarro de la Feria fue un monumento a la superficialidad y a la insensibilidad extrema de sus organizadores y una bofetada al hambre, la enfermedad y la ignorancia de sus masas pobres. Después de tan larga borrachera era inevitable también una larga resaca y a los embriagados cortesanos tropicales y su monarca les vendría su propia revolución y a muchos, la guillotina, ya que contrario al slogan de la Feria el pueblo no les daría
UN ABRAZO FRATERNAL
En medio de la miseria
de una nación maltratada
con champán fue inaugurada
por Trujillo su Gran Feria.
Para la ocasión tan seria
de cinco lustros cumplir
era la meta exhibir
que despilfarro y riqueza
con el pueblo y su pobreza
podían coexistir
Como de hadas un reinado
con séquito y chambelán
entre luces y champán
por todos fue proclamado.
De París vino importado
el Lido con sus coristas
que junto a grandes artistas
tocaron ya sin horario
en la fiesta aniversario
del régimen trujillista.
Ese reino de ilusiones
tan insensible y banal
por demás superficial
dejó importantes lecciones.
Que creerse faraones
eviten los dirigentes
y ante su pueblo indigente
no muestren tanto derroche
si no del baúl de un coche
muertos salen de repente.
8 de junio de 2008
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