EL TIEMPO APREMIA Y LAS AGUAS SUBEN
Mientras
los infelices habitantes de la vecina Puerto Rico empezaban a sufrir la secuela
del devastador huracán María – el cual arrasó
casi literalmente la isla – aquí me tocó participar en un coloquio de una
prestigiosa universidad dominicana donde se examinaban los lineamientos de un
Plan Estratégico para los próximos 4 años.
Comparando
la situación que vivían en ese momento ambos países, comprobé de nuevo el hecho de que los humanos, somos muchas veces víctimas de lo que podríamos llamar
“el Síndrome de la Cuadratura del Círculo”, por referencia al conocido caso de
los sabios bizantinos que mientras las hordas de bárbaros invasores se
encontraban en la puerta de la ciudad para arrasarla, estaban ocupados estudiando la cuadratura del círculo o discutiendo sobre cuál era el sexo de los ángeles.
Es
que en nuestros días las hordas de bárbaros invasores, han sido reemplazadas por las
reacciones adversas del planeta contra el modelo de desarrollo adoptado por
nuestra civilización. No tenemos que ir muy lejos para ver su macabra presencia
en nuestras latitudes: Puerto Rico, St. Martin, Houston, Florida sin necesidad
de desplazarnos a Bangladesh, al Sudeste Asiático o la propia Europa.
Si el fin último de la educación es mejorar la
condición humana,
resulta contradictorio invertir grandes recursos económicos y años de esfuerzos
en crear profesionales que al poner en uso sus conocimientos aumenten el PIB global, si en uno de esos fenómenos meteorológicos
extremos – que cada día son más extremos y cruentos – se destruye en sólo horas la economía de todo un país o región y el
bienestar de millones de personas. Resulta similar a la actitud ya
mencionada de los sabios bizantinos, no colocar la solución del grave problema del
Cambio Climático como punto central y prioritario en la agenda de todos los
gobiernos e instituciones responsables del mundo.
Desgraciadamente,
como podemos constatar sólo con una hojeada a las noticias, la
solución está en las manos de los mismos intereses que han creado el problema y
por tanto se origina un círculo vicioso muy difícil de romper. A esta
primera gran dificultad se añade la falta de conocimiento sobre la
naturaleza del problema, condición sine qua non para
resolverlo.
Por
ejemplo, cuando se habla sobre el tema – funcionarios que podrían aportar
soluciones sobre el mismo – ignoran que la agricultura – tal y
como la practicamos en nuestros días- aporta más al Calentamiento Global que el
propio consumo de energía de los millones de automóviles y hogares del planeta,
que el crecimiento poblacional, la corrupción de los gobiernos al generar inequidad
social y pobreza extrema son componentes importantes en la acumulación de
dióxido de carbono en la atmósfera y que de no ponerse en vigencia un
Programa Paulatino de Desarrollo Sostenible Global, la pobreza extrema y el
dolor humano seguirán su avance indetenible y letal.
Se
concluye entonces, que por las razones arriba señaladas - intereses creados y/o desconocimiento del problema- no debe esperarse que la solución venga de parte de los
gobiernos y empresas, por lo que le toca por fuerza a las instituciones de
Educación Superior, convertirse en abanderados de esa causa vital,
asumiendo el liderazgo formal que requieren estos tiempos. De aquí la necesidad
de colocar esta idea dentro del contexto de los Planes Estratégicos de todas
esas instituciones, lo cual implica a su
vez un cambio profundo en el paradigma de la función de la
Universidad como ente de cambio social.
Como
los casos de los fenómenos meteorológicos extremos nos advierten que no tenemos
mucho tiempo para perder, un primer paso elemental de bajo costo, es iniciar la
educación de los líderes tanto a nivel público como privado sobre los
principios del Desarrollo Sostenible. Existen numerosos cursos en línea que
pueden ofrecerse a funcionarios públicos relacionados con el Medio
Ambiente, Energía, Agricultura, Educación, Administración Municipal, etc.
Dada la magnitud y complejidad del problema por supuesto, las actividades para alcanzar
objetivos importantes son por igual enormes y complejas, pero lo esencial es subrayar la prioridad
del tema en las agendas e identificar y empoderar los actores responsables de ejecutar la acción.
Abordar
temas de esta naturaleza, que requieren creatividad y soluciones innovadoras
siempre generan, particularmente en sociedades sin mucha evolución, actitudes
tales como: “nosotros no podemos hacer nada” o “es muy tarde para empezar” pero
la Naturaleza nos está advirtiendo de forma clara y rotunda: “El
tiempo apremia y las aguas suben”.
Rafael
E. Martínez Céspedes
26
de septiembre de 2017
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