viernes, 20 de diciembre de 2013

PIDIENDO PERAS AL OLMO


Buscando una guía que me ayudase a  comprender mejor la naturaleza de ciertos eventos que vienen sacudiendo nuestra sociedad y poder encontrar razones válidas a ciertos comportamientos, al parecer irracionales, de muchos sectores de la misma, me gustaría compartir con ustedes hoy mis reflexiones sobre un pequeño libro que he terminado de leer que recopila dos conferencias dictadas a principios del Siglo XX por el sociólogo alemán Max Weber publicado con introducción de Joaquín Abellán en la Colección Austral de la Editorial Espalsa Calpé de España (1).

Una de las conferencias, pronunciada por el profesor Weber y titulada “La Política Como Profesión” , el científico social germano la inicia con su definición de  la “política” como la lucha por el control del poder del Estado, el cual asimismo define como  la única asociación humana que “dentro de un determinado territorio, puede reclamar para sí el monopolio de la violencia física legítima.” 

Dentro de ese contexto, Weber hace hincapié en la contradicción existente entre una ética cristiana y la ética del “político profesional” quien al operar con el poder y la violencia como sus instrumentos de acción, “firma un pacto con los poderes diabólicos y sabe que de sus acciones pueden derivarse resultados que no quería o que no había previsto, lo cual es al fin de cuentas el punto donde se originan las paradojas morales de esa profesión.”

En la otra conferencia titulada “La Ciencia como Profesión”, dictada en Münich en enero de 1919, Weber  utiliza, en la búsqueda de la verdad dentro del tema de su disertación,  la conocida alegoría del comienzo del libro séptimo de  la República de  Platón del “Mito de la Caverna” (2) la cual reproduzco textualmente:

“Unos hombres encadenados en una caverna, con los rostros dirigidos a la pared del fondo y detrás de ellos hay una luz, que no pueden ver; solo se entretienen con las sombras que la luz proyecta en la pared y tratan de averiguar la relación existente entre ellas. Uno de ellos logra, al fin, romper las cadenas, se gira y mira al sol. Cegado se mueve a tientas y cuenta balbuciente lo que ha visto. Los otros dicen que está loco, pero poco a poco aprende a mirar la luz, y entonces su tarea es bajar hacia los hombres de la caverna y conducirlo a la luz.  Él es el filósofo, concluye Weber  y el SOL es la VERDAD, que no busca apariencias sino el verdadero ser”.

Es obvio pues  que en este mundo, sobre todo en una sociedad tercermundista como la nuestra, los miembros de la élite que controla el Poder - políticos profesionales, los dueños del capital y los medios de comunicación social, la iglesia, entre otros –actuando dentro del marco de la ética definida por Weber, buscarán a todo costo mantener al resto de los ciudadanos tratando de interpretar las sombras que ellos proyectan, pues muy pocos son los que tienen la capacidad de ver y conocer directamente la verdad.

A falta del filósofo que nos conduzca hacia la luz, no nos queda otro remedio que seguir interpretando el significado de  las sombras proyectadas, pues no se puede pedir que los profesionales de la mentira nos digan la verdad, ni nos regalarán transparencia aquellos cuya función es cubrir con sus actos la luz, pues ello equivale a  esa estéril tarea de vivir

PIDIENDO PERAS AL OLMO

Las élites del Poder
en sus cumbres borrascosas
sólo sombras de las cosas
permiten al resto ver
Nadie podrá conocer
nunca toda la Verdad
pues su intensa claridad
podría a todos cegar
y hasta nos podría matar
ver el rostro a la Maldad.

No es señal de inteligencia
peras al olmo pedir
ni a un político exigir 
nos regale transparencia
Nadie es contrario a su esencia
ni es una acción inhumana
que un escorpión a una rana
mate guiado por su ser
ni ha practicado el Poder
nunca una ética cristiana.

Mientras tanto encadenada
seguirá la Humanidad
si un grupito la Verdad
la conserva bien guardada
y en la caverna escarpada
en la triste condición
dibujada por Platón
siglos antes de la Cruz
alguien tapará la Luz
que trae la liberación.

Rafael Martínez-Céspedes
20 de diciembre de 2013


No hay comentarios: