Buscando una guía que me ayudase a comprender mejor la naturaleza de ciertos
eventos que vienen sacudiendo nuestra sociedad y poder encontrar razones
válidas a ciertos comportamientos, al parecer irracionales, de muchos sectores
de la misma, me gustaría compartir con ustedes hoy mis reflexiones sobre un
pequeño libro que he terminado de leer que recopila dos conferencias dictadas a
principios del Siglo XX por el sociólogo alemán Max Weber publicado con
introducción de Joaquín Abellán en la Colección Austral de la Editorial Espalsa
Calpé de España (1).
Una de las conferencias, pronunciada por el profesor
Weber y titulada “La Política Como Profesión” , el científico social germano la
inicia con su definición de la
“política” como la lucha por el control del poder del Estado, el cual
asimismo define como la única asociación
humana que “dentro de un determinado territorio, puede reclamar para sí el
monopolio de la violencia física legítima.”
Dentro de ese contexto, Weber hace hincapié en la
contradicción existente entre una ética cristiana y la ética del “político
profesional” quien al operar con el poder y la violencia como sus instrumentos
de acción, “firma un pacto con los poderes diabólicos y sabe que de sus acciones
pueden derivarse resultados que no quería o que no había previsto, lo cual es
al fin de cuentas el punto donde se originan las paradojas morales de esa
profesión.”
En la otra conferencia titulada “La Ciencia como
Profesión”, dictada en Münich en enero de 1919, Weber utiliza, en la búsqueda de la verdad dentro del tema de su disertación, la conocida alegoría del
comienzo del libro séptimo de la
República de Platón del “Mito de la
Caverna” (2) la cual reproduzco textualmente:
“Unos hombres encadenados en una caverna, con los
rostros dirigidos a la pared del fondo y detrás de ellos hay una luz, que no
pueden ver; solo se entretienen con las sombras que la luz proyecta en la pared
y tratan de averiguar la relación existente entre ellas. Uno de ellos logra, al
fin, romper las cadenas, se gira y mira al sol. Cegado se mueve a tientas y
cuenta balbuciente lo que ha visto. Los otros dicen que está loco, pero poco a
poco aprende a mirar la luz, y entonces su tarea es bajar hacia los hombres de
la caverna y conducirlo a la luz. Él es
el filósofo, concluye Weber y el
SOL es la VERDAD, que no busca apariencias sino el verdadero ser”.
Es obvio pues que en este mundo, sobre todo en una sociedad tercermundista como la nuestra, los miembros de
la élite que controla el Poder - políticos profesionales, los dueños del
capital y los medios de comunicación social, la iglesia, entre otros –actuando dentro
del marco de la ética definida por Weber, buscarán a todo costo mantener al
resto de los ciudadanos tratando de interpretar las sombras que
ellos proyectan, pues muy pocos son los que tienen la capacidad de ver y
conocer directamente la verdad.
A falta del filósofo que nos conduzca hacia la luz, no nos queda otro remedio que seguir interpretando el significado de
las sombras proyectadas, pues no se puede pedir que los profesionales de la mentira
nos digan la verdad, ni nos regalarán transparencia aquellos cuya función es cubrir con sus actos la
luz, pues ello equivale a esa estéril tarea de vivir
PIDIENDO
PERAS AL OLMO
Las
élites del Poder
en
sus cumbres borrascosas
sólo
sombras de las cosas
permiten
al resto ver
Nadie
podrá conocer
nunca
toda la Verdad
pues
su intensa claridad
podría a todos cegar
y
hasta nos podría matar
ver
el rostro a la Maldad.
No
es señal de inteligencia
peras
al olmo pedir
ni
a un político exigir
nos regale transparencia
nos regale transparencia
Nadie
es contrario a su esencia
ni
es una acción inhumana
que
un escorpión a una rana
mate guiado por su ser
ni ha practicado el Poder
nunca una
ética cristiana.
Mientras
tanto encadenada
seguirá
la Humanidad
si un grupito la Verdad
la
conserva bien guardada
y
en la caverna escarpada
en
la triste condición
dibujada
por Platón
siglos
antes de la Cruz
alguien
tapará la Luz
que
trae la liberación.
Rafael Martínez-Céspedes
20 de diciembre de 2013
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