¿Qué es la soledad
existencial? De mi experiencia, esta no se entiende si no que, como todo dolor,
debe sentirse. Entenderá perfectamente de lo que hablo, si usted ha sido
pasajero de un tren subterráneo en una gran urbe metropolitana de cualquier
continente en horas de la tarde y habrá notado como cada pasajero, de vuelta a
casa, parece ser un mundo en si mismo.
No hay comunicación por supuesto con su compañero de viaje. En los rostros
mustios se nota el agotamiento causado por las presiones del trabajo y de la
vida y ahora regresan resignados a recuperar fuerzas para la próxima jornada.
Soledad existencial
la siente quizás alguien accidentado en una gran ciudad, que ve pasar a su lado
cientos de personas que no se detienen a socorrerlo, por temor a verse
involucrados. O, tal vez sea el caso de
alguien que secuestre y mantenga encerradas durante diez años a tres jóvenes
adolescentes, a quienes viola vilmente, en una casa de un vecindario poblado de una
gran urbe y nadie observa – o quiere observar, por la misma razón anterior- ninguna
situación anormal.
El laureado escritor
argentino Ernesto Sábato (1) , analizó magistralmente en un ensayo publicado en
el 2000, titulado “La Resistencia” (2) el estado de esta nuestra sociedad global.
Sábato nos dice que “la sociedad moderna está marcada por el individualismo y
la competencia que ha causado que el hombre caiga en una gran soledad y
deshumanización, ya que no tiene comunicación con el otro”. Sábato culpa “a la virtualidad -como el progreso de
la informática y el auge de la televisión- como fuente preferida de
entretenimiento, que aparta al hombre de su entorno, “porque a medida que nos
relacionamos de manera abstracta, más nos alejamos del corazón de las cosas y
una indiferencia metafísica se adueña de nosotros. Así el hombre moderno está perdiendo el diálogo con los demás y el
reconocimiento del mundo que lo rodea siendo, que es allí donde se dan el
encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida”. (3)
El escritor nos dice
que “los valores espirituales, son los únicos que pueden salvar a la Humanidad
de su condición actual” y los enumera así: La vida de los hombres se centraba en valores
espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el estoicismo
del ser humano frente a la diversidad. Estos grandes valores espirituales, como
la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los
demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas”.
Sábato afirma la existencia de Dios como algo necesario, al decir. “Cuando ya
no hay un Padre a través del cual sentirnos hermanos, el sacrificio pierde el
fuego del que se nutre. Si todo es relativo, ¿encuentra el hombre valor para el
sacrificio? ¿Y sin sacrificio se puede acaso vivir?”
Gran dedo sobre la
llaga de la horrenda historia del secuestrador de Cleveland (4). Al culpable de
seguro, lo juzgarán y condenarán por su
diabólica acción, pero igual deben sentar en el banquillo de los acusados a
esta sociedad deshumana e impersonal, responsable última de nuestra
SOLEDAD EXISTENCIAL
Que vergüenza ha dado ver
a un monstruo degenerado
que en maldad ha superado
hasta el propio Lucifer
Es peor que Satán ser
y superar su maldad
el robar la libertad
a una joven inocente
a fin de violar vilmente
su preciosa humanidad.
Para bien asegurar
de este individuo la suerte
algo peor que la muerte
un Juez tendrá que inventar
pero debe condenar
ya de paso el egoísmo
o sea el individualismo
sin el toque espiritual
de un nuevo mundo virtual
donde gobierna el cinismo.
Sábato en su “Resistencia”
alertó a la Humanidad
de la inmensa soledad
que crea la competencia
Entró el mundo en decadencia
ya no hay gestos fraternales:
los mecanismos virtuales
son la nueva religión
y un abrazo o el apretón
los dan las redes sociales.
Rafael Martínez
Céspedes
15 de mayo de 2013