Recién terminé de ver en la televisión dos interesantes producciones. La primera trata de la migración anual – considerada el desplazamiento de seres humanos más grande del planeta – de 130 millones de trabajadores migrantes que se trasladan cada primavera miles de kilómetros de su puesto de trabajo durante el Año Nuevo Chino hasta sus localidades natales en el campo. En el referido documental titulado “The Last Train Home” (El Último Tren de Vuelta a Casa http://en.wikipedia.org/wiki/Last_Train_Home_(film)) se presenta una muestra del enorme costo humano que la población china ha debido pagar para convertir en una super potencia económica, al gigante dormido a quien una vez Napoleón recomendó “no despertar porque haría temblar el mundo”.
Uno de los entrevistados en “Informe Semanal”, el periodista Miguel Ángel Aguilar me parece puso el dedo en la llaga del problema al indicar que en esta economía global, la mano de obra de estos jóvenes europeos, se encuentra compitiendo de forma desfavorable con la mano de obra china que acostumbró a todo el mundo a sus productos baratos, justo porque diferente a Europa, los chinos pagan salarios de miseria y viven en una situación de desprotección social, sin pensiones ni jubilaciones y agrega de forma admonitoria: “O Europa exporta libertades y derechos o importará precariedades y esclavitudes”.
Si me permiten traducir en forma práctica la opinión del periodista español, creo que sus palabras son una forma utópica de esperar que los jóvenes europeos - que son fruto de la sociedad del bienestar que existía antes de la crisis financiera mundial- no abandonen el estilo de vida al que estaban acostumbrados, para lo cual haría falta que se logre mejorar radicalmente la situación de los chinos, un proceso que de seguro tomará generaciones en equilibrar, Mientras tanto, reflexionemos sobre la advertencia del emperador corso que a ese gigante dormido
NO LO DEBÍAN DESPERTAR
Sabio fue profetizar