martes, 9 de febrero de 2016

ESPAÑA: LA SANGRE NO LLEGA AL RÍO


Nunca me he tomado el esfuerzo de investigar la veracidad de esta anécdota, pues la he aceptado basado en el carácter que sí conozco de sus protagonistas: Cuentan que en época de la colonización y conquista de América, se encontraron en la cima de los Andes dos patrullas de diez soldados españoles cada una, quienes desmontándose de sus cabalgaduras, decidieron negociar si se repartirían el continente dividido de forma transversal o si lo harían de forma longitudinal. También cuentan las malas lenguas que al no ponerse de acuerdo, todos los participantes terminaron muertos.

Otro hecho, mucho más cruento, donde dos facciones españolas tampoco se pusieron de acuerdo fue la terrible Guerra Civil Española – preludio y laboratorio de la Segunda Guerra Mundial – que desangró el país y terminó con la larga dictadura de Francisco Franco que marcara por siempre esa España tan querida. 

Quizás fue el recuerdo aún vivo de ese horrible episodio – los cientos de miles de muertos, el horrible genocidio  de Guernica, el interminable exilio – lo que contribuyó que a la muerte del dictador en 1975 –los actores políticos esta vez se pusieran de acuerdo y en un gesto de desprendimiento y generosidad abandonaran sus ambiciones personales y en el denominado Período de Transición – dieran al mundo un bello ejemplo de unión y de concordia que catapultó a España hacia una senda de paz y de progreso y la transformó en uno de los países más adelantados y progresistas de Europa y del mundo.

Pero al igual que ha sucedido en  la América que heredamos de los españoles y casi con las mismas consecuencias, los dos partidos tradicionales españoles, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) emborrachados con las dulces mieles del poder fueron dando paso a conductas colectivas de corrupción, impunidad y exclusión que incentivaron el nacimiento y desarrollo de organizaciones populares de izquierda y de derecha – Podemos y Ciudadanos son dos de estas nuevas criaturas - que aunque sin la debida experiencia se han convertido en válvulas de escape para canalizar la esperanza de un pueblo hastiado de ver a los políticos servirse ellos mismos en vez de servir a su gente.  

Así las cosas, las últimas elecciones de finales del 2015 han dejado a España fragmentada en una situación donde ninguno de los líderes de los partidos participantes– ni el más votado que es el PP, ni el segundo en popularidad que es el PSOE puede asumir la Presidencia del Gobierno sin contar con el concurso de los demás - Podemos y Ciudadanos- y donde todos, al parecer, empiezan a adoptar posiciones radicales y excluyentes.

Sabemos que en España, por la gran presión que recibirá el país de la Unión Europea - siempre dispuesta a salvaguardar sus intereses económicos - la sangre no llegará al río y pronto vendrá una solución salomónica aunque tenga visos de chapuza. Pero ojalá que este nuevo episodio de la vida española, sirva de moralizador ejemplo a todos los países de América – incluyendo por supuesto el nuestro – que hemos heredado el difícil temperamento español, pero no al parecer el debido respeto a las instituciones democráticas como aprendieron hacer, a fuerza de mucha sangre, en Europa.

Rafael Martínez Céspedes
9 de febrero de 2016