Nunca me he tomado el esfuerzo de investigar la veracidad de esta anécdota,
pues la he aceptado basado en el carácter que sí conozco de sus protagonistas: Cuentan
que en época de la colonización y conquista de América, se encontraron en la
cima de los Andes dos patrullas de diez soldados españoles cada una, quienes desmontándose
de sus cabalgaduras, decidieron negociar si se repartirían el continente dividido
de forma transversal o si lo harían de forma longitudinal. También cuentan las
malas lenguas que al no ponerse de acuerdo, todos los participantes terminaron muertos.
Otro hecho, mucho más cruento, donde dos facciones españolas tampoco se
pusieron de acuerdo fue la terrible Guerra Civil Española – preludio y
laboratorio de la Segunda Guerra Mundial – que desangró el país y terminó con
la larga dictadura de Francisco Franco que marcara por siempre esa España tan
querida.
Quizás fue el recuerdo aún vivo de ese horrible episodio – los cientos de miles de muertos, el horrible genocidio de Guernica, el interminable exilio – lo que contribuyó que a la muerte del dictador en 1975 –los actores políticos esta vez se pusieran de acuerdo y en un gesto de desprendimiento y generosidad abandonaran sus ambiciones personales y en el denominado Período de Transición – dieran al mundo un bello ejemplo de unión y de concordia que catapultó a España hacia una senda de paz y de progreso y la transformó en uno de los países más adelantados y progresistas de Europa y del mundo.
Quizás fue el recuerdo aún vivo de ese horrible episodio – los cientos de miles de muertos, el horrible genocidio de Guernica, el interminable exilio – lo que contribuyó que a la muerte del dictador en 1975 –los actores políticos esta vez se pusieran de acuerdo y en un gesto de desprendimiento y generosidad abandonaran sus ambiciones personales y en el denominado Período de Transición – dieran al mundo un bello ejemplo de unión y de concordia que catapultó a España hacia una senda de paz y de progreso y la transformó en uno de los países más adelantados y progresistas de Europa y del mundo.
Pero al igual que ha sucedido en la
América que heredamos de los españoles y casi con las mismas consecuencias, los
dos partidos tradicionales españoles, el Partido Popular (PP) y el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) emborrachados con las dulces mieles del poder fueron
dando paso a conductas colectivas de corrupción, impunidad y exclusión que incentivaron
el nacimiento y desarrollo de organizaciones populares de izquierda y de
derecha – Podemos y Ciudadanos son dos de estas nuevas criaturas - que aunque sin
la debida experiencia se han convertido en válvulas de escape para canalizar la
esperanza de un pueblo hastiado de ver a los políticos servirse ellos mismos en
vez de servir a su gente.
Así las cosas, las últimas elecciones de finales del 2015 han dejado a
España fragmentada en una situación donde ninguno de los líderes de los
partidos participantes– ni el más votado que es el PP, ni el segundo en
popularidad que es el PSOE puede asumir la Presidencia del Gobierno sin contar
con el concurso de los demás - Podemos y Ciudadanos- y donde todos, al parecer,
empiezan a adoptar posiciones radicales y excluyentes.
Sabemos que en España, por la gran presión que recibirá el país de la
Unión Europea - siempre dispuesta a salvaguardar sus intereses económicos - la
sangre no llegará al río y pronto vendrá una solución salomónica aunque tenga
visos de chapuza. Pero ojalá que este nuevo episodio de la vida española, sirva
de moralizador ejemplo a todos los países de América – incluyendo por supuesto
el nuestro – que hemos heredado el difícil temperamento español, pero no al
parecer el debido respeto a las instituciones democráticas como aprendieron hacer, a fuerza de mucha sangre, en Europa.
Rafael Martínez Céspedes
9 de febrero de 2016