Hace ya algún tiempo, me tocó oir – en el
entonces popular programa televisivo “Sábados de Corporán” – un chiste que
según su conductor Rafael Corporán, ilustraba el carácter nacional. Se
trataba de una pareja – un caballero judío y una señora dominicana – quienes al
contraer matrimonio fueron alertadas por el rabino que ofició las nupcias “que
debían tener en cuenta que los hijos de ese matrimonio serían una mezcla de
ambas culturas”.
Efectivamente se casaron y ya con un hijo de
8 años, encontrándose en el departamento de juguetes de una tienda de New York,
el niño se acercó a su padre y le preguntó: “Papá, el vendedor me está pidiendo
$500 por esa linda bicicleta, ¿Le ofrezco $100 o me la robo?, concluye la
anécdota.
Lo curioso es que todo el mundo se ríe del
chiste y nadie pregunta cuál es la parte de las culturas que incita al niño a
robar. Si la anécdota escandaliza a algunos, les invito a leer la primera plana
del popular periódico dominicano “El Caribe” que el día 28 de octubre del 2011,
ocupando un tercio de la página principal reza in extenso:
“EN RD SE ROBA DE TODO.
Los ladrones han robado desde un avión hasta
los soportes metálicos de un puente en San Cristobal, pasando por piezas
valiosas del patrimonio nacional, que incluyen el busto de Juan Pablo Duarte en
Villa Jaragua, un arma antigua de los museos del Faro a Colón y la espada de la
estatua del General Máximo Gómez en la Capital.”
¿Que Hacer? ¿Reír, Llorar, Buscar las Causas o
Aceptar la Realidad? Ahí les envío mientras tanto esas décimas
AQUI SE ROBA DE TODO
Que aquí somos muy ladrones
alguien viene de afirmar
porque podemos robar
puentes, estatuas y aviones
pues no hacemos distinciones
si de lo ajeno se trata
carros, hierro y hojalata
con facilidad robamos
pues al parecer llevamos
todos dentro un gran pirata.
Se sabe desde el nacer
que se aprende esta manía
por esa imagen que envía
quien roba desde el Poder
y el pueblo, al ejemplo ver
buscando más equidad
quiere igual prosperidad
que
esos ilustres barones
que aunque se roben millones
viven en la impunidad.
Para este mal no habrá cura
podemos profetizar
pues es difícil cambiar
cinco siglos de cultura
Ya se vio, la dictadura
tampoco fue solución
y ya debe algún ladrón
querer dar un gran mordisco
robándose el Obelisco
que hoy adorna el Malecón.
Rafael Martínez Céspedes
29 de octubre de 2011