lunes, 4 de abril de 2016

OPTIMISTAS Y PESIMISTAS

En los últimos días he tenido un interesante intercambio epistolar con dos viejos amigos sobre nuestra visión del mundo en general y sobre el futuro de la República Dominicana en particular.

Uno de ellos, un profesional de las Relaciones Públicas y las comunicaciones tiene una visión apocalíptica, ve en el panorama guerras y revoluciones e indica  que “el gran problema de nuestro tiempo es que ha cambiado la forma de relacionarnos, en función de nuestro apetito por el dinero y las cosas materiales. Hemos, por tanto, adoptado patrones éticos muy diferentes a los de antes. Ahora, todo se vale.”

El otro un profesional de la Economía y las Finanzas ve el mundo con el cristal color de rosa del indudable progreso material que ha experimentado la humanidad, y escribe “debo afirmar que el panorama que veo como país me es sumamente esperanzador y estimulante.  Lo disfruto todos los días y leer los periódicos es mi mejor desayuno. Todo depende de cómo uno interpreta lo que ve”.

Para entenderlos a ambos, creo que debemos inscribirnos en la escuela de pensamiento que afirma que  el problema fundamental de nuestros tiempos viene del hecho de que ese gran cambio en la forma de relacionarnos, a que alude el amigo pesimista, ha cambiado de forma radical los paradigmas en que habíamos edificado nuestro modelo de civilización.

Ahora por ejemplo, las guerras no son el modelo tradicional de dos adversarios enfrentándose con armas poderosas en un campo de batalla. Hoy la guerra cobra la forma  de un fanático que armado con instrumentos casi de ficción, se hace volar junto a cientos de personas en el centro de cualquier moderna urbe europea. Las revoluciones, por su lado, no se hacen en las lomas al estilo Fidel o Che Guevara. Ahora la lucha por conseguir la igualdad se libra mediante la violencia callejera por puestos de droga o asaltos contra indefensos transeúntes.

En estos días, igual que siempre, el oficio de político debe ser recompensado , pero ahora se hace  con astronómicas sumas y un blindaje permanente a costa del sudor de la mayoría.

Es que el mundo, para bien y para mal, ahora se dedica a jugar “pelota china” (Nota 1) y se ha creado un ambiente donde resulta un poco difícil ser optimista, lo que nos obliga por fuerza a practicar el carpe diem (Nota 2) , pues de lo contrario nos volveríamos tan locos como este siglo que nos ha tocado vivir.  

Rafael Martínez Céspedes
4 de abril de 2016

(1) Para los que no conocen el término les invito a dar un vistazo a lo que escribí hace ya 7 años en el enlace:

 http://decimasdominicanas.blogspot.com/2008/09/jugar-pelota-china.html

2) Ver más en 

http://definicion.de/carpe-diem/

1 comentario:

felipe dijo...

Hay suficientes motivos para ambos alegrías y pesares. En las últimas décadas, a pobreza extrema se ha visto reducida por casi mil millones de personas. El internet finalmente esta forzando la transparencia en todos las transacciones (Panama y Snowden, por ejemplo). Tenemos el conocimiento y los medios para eliminar el hambre de una vez por todas en nuestro atribulado planeta.

Visiteé la Repéblica Dominicana por primera vez en 1967, cuando el pais estaba a punto de convertirse en un estado fallido--Haiti era el ejemplo a emular en agrotecnología y turismo. Mucho ha progresado el pais sumido por tanto tiempo bajo la bota Trujillista. En particular en finanzas (aun dracronianas para el pueblo) comunicaciones internas e internacionales y en transporte. las remesas de los emigrantes han sido bien invertidas por sus familias--reduciendo el hambre en los campos y barrios dominicanos, y el turismo descoya como joya del Caribe. Tenemos líders como el Papa Francisco y el Presidente Obama que usan su poder para mejorar a todos en el planeta. Si, hay razones para el optimismo.